Un día como hoy, el 19 de julio de 1967, hace 56 años, Los Tiempos volvía a salir a las calles de Cochabamba dando así fin a casi 14 años de una ausencia forzada por la intolerancia y la fragilidad de las instituciones democráticas que por entonces sufría nuestro país.
Hoy, a la luz de la experiencia acumulada, podemos afirmar que fue un gran acierto la decisión y firmeza de Carlos Canelas Canelas que, con el apoyo de toda su familia, decidió retomar la obra iniciada por su hermano Demetrio en 1943.
No debe haber sido fácil dar ese paso pues, como es necesario siempre recordar, esos eran tiempos en los que la actividad periodística requería algo más que una lúcida visión empresarial. Requería, además, una vocación de servicio y la voluntad necesaria para afrontar los riesgos propios de la labor informativa en países que, como la Bolivia de esos años, no se destacaban por su apego a los derechos humanos, como la libertad de expresión e información.
Esas dificultades ya eran bien conocidas por quienes decidieron reconstruir Los Tiempos sobre las cenizas a las que fue reducido en 1953. Es que desde 1943, nuestros fundadores, directores y los sucesivos equipos de redacción tuvieron que lidiar, con mucha frecuencia, con el acoso proveniente de quienes veían en la libertad de información y de opinión, y en el espíritu crítico, un obstáculo para sus inclinaciones de hacer uso y abuso del poder político sin ningún tipo de limitaciones.
Los Tiempos tiene la satisfacción de haber sido testigo de los muy grandes cambios que durante estos últimos 56 años se han producido en el mundo, nuestro país y nuestra región. Y también, cómo no, de la admirable evolución de la tecnología, lo que ha planteado retos que han sido afrontados exitosamente, como lo prueba el lugar de vanguardia que este diario ha ocupado, ocupa y seguirá ocupando en la carrera hacia la innovación.
Hoy enfrentamos desafíos como la crisis que –debido a la explosión de medios digitales y a la creciente expansión de las redes sociales– encaran los periódicos impresos de todo el mundo y las presiones del poder, ante los que tenemos experiencia acumulada.
Y como en los anteriores años de nuestra historia periodística, asumimos hoy con seriedad y optimismo nuestra adaptación a las nuevas circunstancias informativas y tecnológicas.
Nos reinventamos en función de las expectativas y necesidades de información confiable y útil y de nuestros lectores.
Tenemos la experiencia, los recursos y la vocación para ello, y renovamos nuestro compromiso con la búsqueda de la verdad, con la libertad de expresión y la democracia.