En la evaluación de la primera mitad de mandato del presidente Luis Arce Catacora, que se cumplió el 8 de mayo, anoté en un artículo de opinión los serios problemas de gobernabilidad que enfrenta y han alejado la esperanza ciudadana expresada en más del 55% de respaldo electoral en 2020 además de alentar la incertidumbre sobre lo que pasará en el futuro inmediato para los bolivianos.
Esos problemas de gobernabilidad radican básicamente en la ruptura que se ha producido en el bloque oficialista y que han puesto cuesta arriba a la administración gubernamental. La censura al Ministro de Gobierno en la Asamblea Legislativa, este martes 27 de junio, no hace otra cosa que confirmar que el presidente Arce está gobernando el país en minoría.
El oficialismo inició el período legislativo 2020-2025 con 78 diputados y 21 senadores, 99 legisladores en total. No logró, como en tiempos de Evo Morales, los dos tercios de los 166 parlamentarios que componen la Asamblea Legislativa, pero desde el comienzo sumó votos de legisladores de Creemos, los que resultaron electos como cuota de UCS, el partido del alcalde cruceño Jhonny Fernández.
También logró apoyos desde Comunidad Ciudadana. Hay que recordar, por ejemplo, el voto de confianza de la senadora chuquisaqueña Silvia Salame al Ministro de Justicia en un acto interpelatorio, lo que derivó en su expulsión de la bancada naranja. Sin embargo, en la tercera interpelación a Eduardo Del Castillo quedó en evidencia la verdadera condición minoritaria del arcismo.
En esa votación, el oficialismo quedó reducido a menos de un tercio, luego de que Morales y sus seguidores anunciaran que ya no son parte del esquema gubernamental. Además, quedó al descubierto que carece de operadores políticos a la altura de las circunstancias empezando por el presidente nato de la Asamblea Legislativa y terminando en los jefes de bancada de la facción arcista.
Con bastante ingenuidad, ellos creyeron que se repetirían automáticamente las votaciones de dos anteriores interpelaciones al Ministro de Gobierno, una de las autoridades de mayor confianza del presidente, sin tomar en cuenta lo sucedido en los últimos días.
Y es que el domingo anterior a la tercera interpelación a Del Castillo, el caudillo del MAS, en su programa radial, advirtió que desde el Gobierno buscan implicarlo con el detenido exjefe antidrogas Maximiliano Dávila en un caso de narcotráfico. Adicionalmente, horas antes del acto interpelatorio, el diario El Deber publicó que la sombra de la extradición se cierne sobre Dávila y Morales.
¿No se consideró en el arcismo que estos elementos podrían pesar en la votación que finalmente concluyó en la censura del Ministro de Gobierno y que, en términos políticos, puso en jaque al presidente Arce? La ingenuidad de los operadores políticos del Ejecutivo y Legislativo parece haberse transformado en incapacidad.
A partir del duro golpe con el evismo, principal protagonista en la censura parlamentaria, el Gobierno tiene tareas urgentes por encarar para recomponer en primer lugar el Órgano Ejecutivo —más allá de la suerte que pueda correr Eduardo Del Castillo—. realizar una reingeniería política en el Legislativo para no quedar a merced del evismo de manera permanente, y remontar el escenario en el que el país tiene un presidente que ganó con más del 55% de los votos, pero gobierna el país en minoría.