La tasa de desocupación descendió al 3,9 por ciento en la gestión 2023, la más baja de la región, según destaca un informe del Gobierno nacional; sin embargo, la calidad del empleo en Bolivia cada vez es más precaria, advierte un experto en temas laborales.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se observa una mayor participación de los hombres en la fuerza laboral de país, ya que su tasa de ocupación es del 77,2 por ciento, en cambio la de las mujeres es del 65,4 por ciento, de una Población Económicamente Activa (PEA) de 4.748.000 personas.
Según el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, este y otros datos macroeconómicos no son tomados en cuenta por calificadoras internacionales de riesgo, como Moody’s que rebajó hace unos días la calificación de crédito de Bolivia de Caa1 a Caa3, aunque cambió su perspectiva a estable.
La región sufre los efectos de altas tasas de inflación producto del panorama volátil mundial, sobre todo por la guerra Rusia-Ucrania, los conflictos de Medio Oriente, continuos problemas en la cadena de suministros tras la pandemia, entre otros; pero, pese a este panorama, la situación del país es estable, porque así lo evidencian los datos macroeconómicos, es el caso de la tasa de desempleo, asegura el Ministro.
Para el investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla) Bruno Rojas, si bien hay una caída en cuanto a la tasa promedio de desocupación, como afirma el Gobierno, el país está atravesando por una crisis del empleo desde hace varios años.
Esto —dice el experto— tiene que ver con la calidad del empleo; es decir, muchos de los bolivianos, ante la necesidad de tener una fuente de ingresos, trabajan en diversas actividades con remuneraciones bajas e inestables, sin derecho a tener seguridad social u otras prestaciones; lo hacen porque ellos y sus familias requieren subsistir.
Señala que otras personas, ante la dificultad de encontrar un empleo formal en el sector público o privado, se ven obligadas a crear su propia fuente de trabajo abriendo un pequeño negocio o algún otro tipo de actividad con la familia para generar ingresos que les permita subsistir, esto se puede observar en las calles y otros espacios públicos de las diferentes ciudades del país.
“Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicados recientemente, Bolivia figura en el primer lugar como el país con mayor informalidad laboral: 81,5 por ciento. Estamos hablando de que ocho de cada diez bolivianos y bolivianas tienen un empleo informal”, complementa.
Rojas menciona que en Bolivia existe también la figura del subempleo. Muchas personas, independientemente del nivel de educación que tengan, están trabajando menos de 35 horas en la semana vendiendo algún producto o prestando algún tipo de servicio; es decir, están subempleadas.
Estamos hablando, aproximadamente, de un 8 por ciento de la población económicamente activa que está subempleada, principalmente mujeres y en mayor medida los jóvenes. Se les paga por producto, y en esta categoría también están los profesionales, independientemente de si tienen un título de grado o posgrado, agrega.
Según el Cedla, más del 50 por ciento de estos empleos tienen un salario que no supera los 2.778 bolivianos, que es el costo de una canasta básica alimentaria.