Las instancias estatales correspondientes han decidido aplicar algunas medidas para disminuir el derroche de gas de los campos nacionales, y otras dirigidas a disminuir los egresos del Estado para la importación de combustibles.
En el primer caso, se trata de “promover la eficiencia en (el consumo) de gas (…) en operaciones de exploración y explotación”. Para ello, un decreto promulgado anteayer, 10 de mayo, establece “los procedimientos para la determinación de los volúmenes de Quema de Gas Natural no autorizados” y que estarán sujetos al pago “de las Regalías, Participación al Tesoro General de la Nación - TGN e Impuesto Directo a los Hidrocarburos”.
Respecto de las otras medidas, las que aún están en proyecto, un cable de la agencia estatal de noticias informa que “según un reporte oficial, (YPFB) identificó sectores estratégicos que son más económicos para traer diésel y gasolina al país, por ello se priorizarán estas zonas para reducir costos”.
Con ese mismo fin, la estatal petrolera “proyecta utilizar oleoductos y poliductos” para transportar los combustibles importados, “con lo que espera generar un ahorro en gastos logísticos de al menos 90 millones de dólares por año”, refiere la misma agencia, citando como origen de esa información al Ministerio de Hidrocarburos y Energías.
Es, sin duda, loable que el Gobierno se preocupe por mitigar el despilfarro de gas y disminuir los gastos del TGN para importar carburantes, e ingeniosa la manera de ahorrar utilizando para su transporte los ductos existentes, algunos de ellos inutilizados por la disminución de nuestras exportaciones de gas.
Lo que es menos loable es el tiempo que demoraron en darse cuenta de que es posible derrochar y gastar menos. Es decir, ¿por qué no se pensó antes en esas medidas que aliviarán, así sea un poco el déficit fiscal?
¿Por qué recién?, diría un maestro de colegio al alumno que entrega su tarea a destiempo perdiendo así puntos de su calificación.
Pero en el caso de las medidas que se proyecta ejecutar para gastar menos recursos del Estado, el efecto de la demora en concebirlas tiene efectos negativos que se traducen, por ejemplo, en la salida masiva de divisas para importar combustibles, con las consecuencias que todos conocemos.
Esa demora es evidente si se considera que Bolivia gasta más en importar hidrocarburos que lo que recibe por exportarlos, y eso no es reciente.
El año pasado, el país importó combustibles y lubricantes por valor de 4.066 millones de dólares, mientras sus exportaciones de gas alcanzaron a 3.088 millones de dólares.
Y la quema de gas natural sin control tampoco es de ahora.