Treinta días de crisis en el Concejo Municipal de Cochabamba —provocados por la elección, el 3 de mayo, de una directiva que no era la que deseaba el Órgano Ejecutivo edil— condujeron a una nueva votación que dio como resultado otra directiva.
Podría esperarse que, con la elección de ayer, los líos en esa instancia fiscalizadora de la gestión municipal hayan llegado a su fin, pero la experiencia muestra que este tipo de problemas, esencialmente políticos, son de difícil solución y tienden a complicarse más mientras no se llegue a un acuerdo que trascienda el ámbito judicial y logre conciliar a las fuerzas en disputa.
En este caso se trata de una disputa que, por su duración y características, ha alejado a los concejales cochabambinos de sus mandantes, lo electores que depositaron su confianza en ellos en las elecciones municipales de marzo de 2021.
La crisis se inició con la elección de dos concejalas oficialistas, insumisas en los puestos de la directiva que corresponden a la bancada mayoritaria del Concejo. Eso fue posible con los votos de la bancada opositora (del Movimiento Al Socialismo) y significó la derrota de los candidatos que el Ejecutivo edil había designado.
Entonces, el Ejecutivo edil proclamó que no reconocía a la nueva directiva del Concejo y un grupo de personas afines a esa posición tapiaron el ingreso a la sede de esa instancia y prácticamente la sitiaron, durante semanas, en una especia de campamento bien equipado que ocupó un sector de la plaza 14 de Septiembre, con los prejuicios que esa movilización ocasionó a los comercios del lugar.
De manera simultánea se inició la presentación de una serie de demandas y contrademandas en las instancias judiciales correspondientes. Todo ello en un ambiente de tensión y varios episodios de violencia, el último de los cuales tuvo lugar hace pocos con la invasión hostil del Concejo por grupos de personas afines a ambos bandos.
Los procesos judiciales y sus resoluciones condujeron a la convocatoria a la sesión extraordinaria de ayer en la que fue elegida una nueva directiva que no incluye a las concejales insumisas electas hace un mes.
¿Es el fin del conflicto?
Esperemos que sí. Pero no está descartado el inicio de una nueva serie de demandas para invalidar la última elección y, tampoco, nuevas movilizaciones, porque, como está mencionado líneas arriba, la crisis tiene un origen netamente político.
Aquí no se trata solamente de las ambiciones de dos concejalas, las insumisas, sino de un problema en la alianza Súmate cuyas consecuencias parece que trascienden el ámbito estricto de la gestión del Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba.