El caso del envío a España de casi media tonelada de cocaína, en un vuelo de Boliviana de Aviación (BoA) que partió del Aeropuerto Internacional Viru Viru, el 11 de febrero último, pone en cuestión a la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn).
Como su nombre lo indica, ese “organismo especializado de la Policía Boliviana” es responsable directo de la represión al narcotráfico en todo el territorio nacional, y su presencia es significativa en los aeropuertos internacionales del país.
Pero en el caso de ese envío de cocaína a Madrid nada hicieron para impedirlo. Es más, el asunto estaría consumado con éxito, para los narcotraficantes, si los agentes de la Aduana española no lo hubieran descubierto.
Media tonelada de droga representa, además de su peso, un volumen notorio que no pudo ingresar a los predios del mayor aeropuerto boliviano y ser embarcado en un vuelo internacional sin que los efectivos de la Felcn lo detectaran. A menos que sean ineptos para el trabajo que desempeñan, o estén comprometidos con los narcotraficantes.
Con los narcotraficantes que enviaron esa droga a España y con otros que sí tuvieron éxito porque sus cargamentos ilegales no fueron descubiertos en el lugar de destino.
Eso es más que una simple deducción, pues el mismo Ministro de Gobierno admitió la posibilidad de que otros envíos de cocaína hayan partido de Viru Viru al extranjero, a bordo de aeronaves comerciales.
“Debemos expresar, de manera franca y sincera: no tenemos la certeza de que haya sido el único envío de carga ilegal que hubiesen realizado”, dijo el Ministro el pasado 2 de junio, luego de la aprehensión de dos empleados de BoA “que habrían roto los precintos de seguridad de la Felcn”.
“Tenemos la plena certeza (de) que para que ingresen más de 478 kilos de cocaína al aeropuerto de Viru Viru no pudieron actuar solos”, agregaba la autoridad gubernamental.
Esa certeza apunta a la instancia encargada del combate al tráfico de drogas en ese aeropuerto y en todo el país: la Felcn, cuya refundación está anunciada oficialmente.
Y es evidente que ese cuerpo policial especializado “en tareas de inteligencia operativa, interdicción e investigación de delitos de narcotráfico y conexos” —como proclama en su página web— requiere una intervención no solo porque sus acciones conducen, casi siempre, a desmantelar fábricas de cocaína desiertas y a capturar pequeños narcotraficantes, sino porque es clara la desconfianza que le tienen instancias similares de otros países.
Solo una reestructuración seria y profunda permitirá a la Felcn —o como se llame su sucesora— ser la “institución referente, confiable y transparente” que se ha fijado como aspiración.