Una pesquisa a vuelo de pájaro en las noticias tan sólo desde junio de este año provee suficiente evidencia de cuánto ha crecido el narcotráfico aquí. Será esa la inspiración de la festiva consigna de los dueños del poder: “somos el Gobierno de la industrialización”.
El periódico El País, de España, hoy amigo indisimulado de las dictaduras “socialistas” del siglo XXI, informa el 8 de junio: “Un vuelo a Madrid con media tonelada de cocaína destapa una red de complicidad entre el Estado y el narcotráfico en Bolivia. El hallazgo de 484 kilos de droga en un avión estacionado en el aeropuerto de Barajas lleva al Gobierno a reconocer que el tráfico de estupefacientes ‘ha permeado’ entre sus instituciones”.
Larga distancia entre dos aeropuertos internacionales. Salir aquí y llegar allá cargando media tonelada de cocaína, sin novedad, da para mucho más que para el eufemismo “permeado”. Da para una película sobre los hoy reconocidos como héroes por el vulgo: los “narcos”. No es para menos. Como en ninguna otra parte, aquí tienen de verdad el poder.
El 2 de julio, La Razón, de La Paz, reproduce una denuncia del expresidente y jefe nacional del MAS en la radio Kawsachun Coca: “un total de 17 toneladas de cocaína salieron de Bolivia con destino a España con aval del Estado (…) sin precisar la fecha de los envíos. Y agregó: ‘El día domingo (no especifica la fecha) me buscó uno de la justicia, se vino desde Santa Cruz a esperarme en Cochabamba (…) Me dijo son 178,87 kilos de cocaína” (…) le mostró documentos en los que supuestamente se detallaba la salida de la droga “con aval del Estado”. He visto algunas firmas supuestamente”, transcribe el periódico paceño.
El error de cálculo, difícil de ser disculpado después de tantos años de “jefear”, es subsanable: son 17.887 kilos. La Razón es un medio fuera de toda de sospecha de cercanía con el odiado imperialismo estadounidense o sus aliados internos. No en vano su dueño es el venezolano Carlos Gill Ramírez.
La Agencia de Noticias Fides informa, el 9 de julio, sobre un hecho menos rimbombante de igual naturaleza, con potencial para guion de telenovela exitosa en todos los países de habla hispana, incluido el reino de España, notoriamente envuelto por la estrategia castrochavista. “Las federaciones de transporte pesado de Oruro ratificaron un paro indefinido desde este lunes, con bloqueo de carreteras, hasta lograr la liberación de sus compañeros que fueron detenidos la semana pasada por la fuerza antidroga porque estaban transportando 63 kilos de marihuana”.
Las razones compartidas por su secretario general fueron que “la fuerza del orden cometió abusos contra sus compañeros porque les quitaron la llave del motorizado, sus pertenencias personales (…), los sindicados negaron ser propietarios de la carga de droga”, y “que los uniformados no hayan revisado otros motorizados que circulaban por esa carretera”.
Ese el grado de anomia, de hundimiento de la conciencia ciudadana por la disolución de la institucionalidad pública. Proceso de cambio se llama.
A fines de julio y principios de agosto todos los medios informan sobre el caso de Sebastián Marset, narcotraficante uruguayo, “con órdenes de captura de la Europol e Interpol, Marset es también requerido por la Justicia en Brasil y Paraguay y por la agencia antidrogas de Estados Unidos” según refiere Los Tiempos. Vivía en Santa Cruz donde adquirió bienes millonarios, habiendo obtenido certificado de nacimiento y más de tres cédulas de identidad con diferentes nombres y un pasaporte con datos falsos, dice INFOBAE el 4 de agosto. Los operativos policiales para detenerlo, ejecutados a instancia de Uruguay, fracasaron y ha desaparecido. No es el único caso de alguien en tal situación, instalado cómoda, tranquila y prolongadamente aquí.
El 11 de agosto, Opinión da cuenta de que: “el Servicio de Aduanas de Chile encontró más de 80 kilos de droga (…) ocultos en un bus de servicio de pasajeros internacional que viajaba desde Cochabamba, en Bolivia, hacia a Iquique (...). El bus es de patente chilena, pero prestaba servicios a una empresa boliviana, indicó el director regional de la Aduana de Iquique, Cristian Molina Silva. Explicó que se había detectado una irregularidad en la estructura del vehículo, razón que motivó intervenir y desarmar una sección del bus, según reporte de Soy Chile. Los funcionarios chilenos desarmaron el compartimento y encontraron un total de 37 paquetes contenedores de 21 kilos con 100 gramos de pasta base de cocaína, además de 59 paquetes con un total de 65 kilos con 100 gramos de clorhidrato de cocaína, de acuerdo con el informe. Los dos conductores del bus, ambos de nacionalidad boliviana, regresaron a Bolivia al ver que el vehículo era inspeccionado”. De haber sido detenidos, quien sabe si una condecoración podría esperar por ellos a su retorno.
Las piezas coinciden, el rompecabezas se arma. Inevitable: quien anda en malas compañías como el régimen que nos agobia, anda en malos pasos. Y ojo —¡ojalá!—: quien mal anda, mal acaba. Más temprano que tarde. Así lo espero y deseo.
La autora es abogada