La situación en Cochabamba ha llegado a un punto crítico. Tras más de 10 días de un persistente bloqueo, el departamento, que ha sido históricamente el corazón productivo de Bolivia, se encuentra aislado, con pérdidas económicas alarmantes y una creciente sensación de impotencia entre sus habitantes y sectores productivos. Las principales entidades económicas, encabezadas por la Federación de Entidades Empresariales Privadas de Cochabamba (FEPC), han lanzado un desesperado llamado de auxilio al Gobierno, exigiendo acciones urgentes que pongan fin a los bloqueos que paralizan el desarrollo y golpean duramente a la economía nacional.
Los bloqueos han generado pérdidas que ya superan los 4.286 millones de bolivianos solo en lo que va de 2024. En los últimos diez días, las pérdidas estimadas ascienden a más de 832 millones de bolivianos, un golpe devastador para una región que depende de su capacidad productiva para sobrevivir.
Los bloqueos no solo interrumpen el tránsito de productos agrícolas e industriales; también han provocado un grave desabastecimiento de alimentos y combustible. El sector gastronómico, entre otros, ha visto cómo restaurantes y negocios cierran puertas por falta de insumos.
La Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Cochabamba (ICAM), junto a más de 25 instituciones de la región, ha decidido tomar cartas en el asunto y ha convocado a un cabildo para este viernes. El mensaje es claro: Cochabamba ya no tolerará los bloqueos. El cabildo será una oportunidad para exigir el fin de esta crisis que asfixia tanto a productores como a transportistas. Los bloqueos, que en un principio podrían haber sido considerados una medida de presión legítima, se han convertido en un arma que está destrozando la vida cotidiana y económica de los cochabambinos.
La Cámara Nacional de Industrias ha advertido que las pérdidas industriales en el departamento ya alcanzan los 840 millones de bolivianos. El bloqueo de más de 600 toneladas de productos en las carreteras está causando un daño irreparable a las industrias locales, y esta situación no solo afecta a los grandes productores, sino también a las microempresas que generan miles de empleos.
El Gobierno debe escuchar este clamor y actuar de manera decidida para poner fin a esta situación. La economía boliviana ya está suficientemente golpeada como para permitir que una región entera siga aislada. Cochabamba no puede seguir siendo rehén de los bloqueos, y el resto del país tampoco. Es hora de que se restablezca el libre tránsito, se garantice el derecho al trabajo y se restituya la paz en una región que, históricamente, ha sido el motor productivo de Bolivia.