S i le preguntaran qué tipo de país le gustaría heredar a sus hijos, ¿qué respondería? ¿Un país en el que, por sobre todo, se pueda vivir en paz —en armonía entre diversos— y que las normas e instituciones funcionen para lograrlo? ¿Un país donde la posibilidad de progresar esté al alcance de todos, para lo cual coadyuven las políticas de educación y salud, y las oportunidades de emprender o acceder a un empleo digno? ¿Un país donde la estabilidad y la certidumbre sean la garantía que lleve a un continuo crecimiento, en función de lo cual la propiedad privada y la libre iniciativa estén garantizadas? ¿Un país donde la sociedad civil y el Gobierno trabajen de forma tal que todo esto sea posible?
La Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco) llevó adelante su foro económico más importante del año titulado “La Bolivia que queremos”, abordando las principales preocupaciones de la ciudadanía, los actuales desafíos que enfrenta el país y las posibles soluciones para evitar una crisis mayor.
Pablo Mendieta Ossio, director del Centro Boliviano de Economía (Cebec), abrió el foro con la siguiente radiografía de situación: Bolivia es el segundo país de Sudamérica con menor grado de recuperación desde la pandemia, los ingresos laborales cayeron 10% desde entonces, las reservas internacionales netas siguen bajando, hay escasez de dólares, declina la producción y exportación de hidrocarburos, crece la informalidad, el contrabando se ha incrementado, el riesgo-país ha aumentado, el déficit público no cede, entre otras preocupaciones más, rematando que la institucionalidad, estabilidad, productividad y transparencia son importantes para superar una situación delicada, pero manejable todavía. Estas apreciaciones y las recomendaciones pueden verse descargando el documento De la Bolivia que tenemos a la Bolivia que queremos: Una propuesta para remontar la crisis (www.cainco.org.bo).
El toque especial del foro tuvo que ver con la presencia de dos expertos internacionales que compartieron sus experiencias sobre la temática —en sus respectivos países—: el economista y escritor Miguel Kiguel, quien refirió las causas y efectos de las varias crisis económicas en Argentina mostrando los errores y aciertos en su abordaje, y Carlos Fernández, expresidente del Banco Central del Paraguay, que cautivó al auditorio con su preferencia por la “evolución” en vez de la “revolución”, definición que ha llevado a progresar a este país en un entorno adverso, siendo el secreto de su gran resiliencia, el haber logrado un sólido compromiso gobierno-sociedad civil, en pro de la estabilidad.
Sobre la base de las tres exposiciones magistrales, destacados panelistas y empresarios nacionales aportaron con reflexiones respecto del gran potencial productivo del país, identificando los obstáculos a superar para activarlo y poder generar un mayor desarrollo.
El primer panel sobre qué hacer y qué no hacer para mitigar la crisis y crecer sostenidamente, estuvo a cargo de Cristóbal Roda, Carlos Kempff y María Reneé Centellas, quienes señalaron desde la perspectiva empresarial, qué políticas evitar y cuáles promover para evitar una crisis mayor e impulsar el crecimiento.
El segundo panel encaró la temática de las bases para un crecimiento sostenido, con la participación de Juan Fernando Subirana, Héctor Córdova y Carlos Delius que analizaron la situación de los hidrocarburos, la minería y, en especial, del litio, recomendando mejorar el marco legal, conjugando la soberanía nacional con la atracción de inversión extranjera directa.
El tercer panel, integrado por Liliana Castilleja, Jorge Kuljis y Luis Fernando Strauss, apuntó a lograr “victorias tempranas” para vencer la crisis, enfocando la atención en los sectores agropecuario/agroindustrial, forestal/maderero, industria digital y turismo, por su gran potencial y rápida capacidad de captar dólares vía exportación, por lo que deberían merecer la mayor atención del Estado.
Como no podía ser de otra forma, la voz fuerte del foro fue la del presidente de Cainco, Jean Pierre Antelo, enfatizando la necesidad de actuar rápidamente para evitar una mayor inestabilidad y la devastación de empleos y empresas, advirtió como una urgente necesidad a solucionar, la escasez y el encarecimiento del dólar, por su impacto sobre las empresas en la importación de maquinaria, equipos e insumos y, también, sobre las familias, ya que el alza de precios en productos importados se ha empezado a sentir.
Unánime y reiterativa en el foro, fue la recomendación de un trabajo público-privado para avanzar a soluciones pragmáticas, con la urgencia que el caso amerita.
Asimismo, las genuinas aspiraciones de seguridad jurídica, un sistema impositivo justo y una gobernanza adecuada para aprovechar nuestros recursos naturales de forma sostenible fueron puestas sobre la mesa, en aras de impulsar un mayor desarrollo y construir un futuro próspero sin exclusiones, para así forjar la Bolivia que queremos…
