El general León Galindo no solo fue el primer prefecto efectivo de Potosí y quien encabezó la primera amonedación republicana, sino también recibió el título de Libertador del propio Simón Bolívar y fue quien enfrentó la primera invasión peruana a Bolivia.
Esa es, en resumen, la más importante de varias conclusiones luego de un año de estudiar ininterrumpidamente a este personaje. Para hacerlo, se recurrió a fuentes documentales primarias en varios archivos, como el de la Casa de Moneda de Potosí; el de la Biblioteca Central de la Universidad Mayor San Andrés (UMSA); el de la Casa de la Libertad; el Regional de Puno (Perú); el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB), con sede en Sucre, y el de la familia Galindo que está en Colcapirhua, cerca de Cochabamba.
En un año se avanzó mucho, pero también surgieron temas que ni siquiera se habían visualizado al comenzar la investigación. Se sabía que, tras haberse desempeñado como el primer prefecto efectivo de Potosí, el presidente Antonio José de Sucre lo nombró jefe de Estado Mayor del Ejército de Bolivia, pero no había una idea exacta sobre el papel histórico que cumplió al desempeñar ese cargo y ese puede considerarse el mayor hallazgo hasta el momento, puesto que nos pone frente a un tema nuevo y desconocido en nuestra historia.
LIBERTADOR
Hace un año, en la revista ECOS, presenté a Galindo como “El general olvidado”, pero eso también ha cambiado.
Por su partida bautismal se sabe que el general Josef León Galindo Camacho nació en Vélez, que ahora es un municipio de la provincia homónima que está en el sur de la provincia Santander de Colombia, el 28 de junio de 1795. Al igual que Sucre, con quien llegó a tener una relación muy estrecha, se enroló en el ejército muy joven y, debido a ello, participó en varias de las batallas más importantes de la Guerra de la Independencia. En la Sala de los Libertadores de la Casa de la Libertad se puede ver un retrato suyo, además de las medallas de la Batalla de Junín, Cundinamarca, Boyacá, Ayacucho y una de “Premio al Mérito”.
Su condición de libertador se confirma con una copia del nombramiento que le hizo el propio Simón Bolívar, cuando ya estaba en el alto Perú. En ese documento se lee que “por las presentes nombro miembro de la ORDEN DE LIBERTADORES de Venezuela al Coronel, comandante del Batallón Bogotá de la Guardia, León Galindo en atención a sus distinguidos servicios y buena conducta militar en las campañas de Colombia y de Perú — Dado, firmado de mi mano y refrendado por el Secretario Jeneral (sic) en el Cuartel Jeneral de La Paz a 27 de agosto de 1827”.
PREFECTO
De las cuatro provincias de Charcas, la más importante era Potosí, debido a la plata de su Cerro Rico y a su Casa de Moneda, en la que seguía acuñándose monedas españolas. Debido a su importancia económica, la persona que gobierne Potosí debería ser alguien de extrema confianza, pero a Sucre le costó encontrarlo.
El primero en desempeñar el cargo de presidente de Potosí, luego de que el realista Pedro Antonio de Olañeta dejó la ciudad, fue Leandro de Usín, pero él tuvo que dejar el cargo un mes después, por el nombramiento de Guillermo Miller cuya principal preocupación fue preparar la visita de Simón Bolívar. El 17 de octubre de 1825, José María Pérez de Urdininea asumió el cargo, pero cometió errores que ameritaron que sea reemplazado por Casimiro Olañeta, el 3 de marzo de 1826.
León Galindo había llegado a Potosí, al frente del Batallón Bogotá, el 9 de febrero de 1826, y algo debió pasar para que Sucre tomara una curiosa determinación: apenas tres días después de que Olañeta asumió el cargo de prefecto, nombró al primero comandante militar del Departamento. Se produjo, entonces, una diarquía: Casimiro Olañeta era el comandante civil, pero no tenía mando de tropa, pues esta le respondía a Galindo.
Olañeta fue elegido diputado a la Asamblea Constituyente, así que, el 10 de mayo de 1826, León Galindo fue nombrado prefecto pleno de Potosí. Hasta ese momento, los presidentes de Potosí y el primer prefecto, Casimiro, no habían durado más de seis meses así que poco o nada pudieron hacer en sus cargos. La de Galindo fue la primera gestión larga, lo que le permitió ejecutar importantes obras como la construcción del primer cementerio general, en San Bernardo; fundar tres colegios: el Pichincha, de ciencias y artes, el de huérfanos y el de huérfanas. Mi investigación ha determinado que los dos de huérfanos se cerraron por carecer de fondos que permitan mantenerlos, pero el Pichincha se consolidó gracias al trabajo de León Galindo.
PRIMERAS MONEDAS
Pero si bien Galindo era prefecto y, por tanto, su responsabilidad era regional, su obra de dimensión nacional fue la primera amonedación republicana.
Tras la declaración de independencia, la Asamblea General de Diputados del Alto Perú, mejor conocida como “Asamblea Deliberante”, reunida en Chuquisaca, determinó, mediante decreto del 17 de agosto de 1825, “el nuevo cuño de las monedas de oro y plata del Estado”, pero eso no se hizo realidad sino hasta 1827.
Las monedas se acuñaban en la ceca que funcionaba en Potosí y el prefecto de ese departamento también de sempeñaba las funciones de superintendente de la Casa de Moneda. Debido a lo cortos que fueron los periodos de los presidentes departamentales y del prefecto Olañeta, ninguno pudo hacer cumplir el decreto de 1825. Cuando Galindo acometió la tarea, se dio cuenta que había funcionarios que la retrasaban adrede debido a que muchos eran realistas y mantenían la esperanza de que la autoridad de la corona española sea repuesta.
Hasta mediados de 1827, la Casa de Moneda de Potosí seguía acuñando monedas con los cuños realistas; es decir, con la efigie del rey Fernando VII, pero se había congelado el año; es decir, no se lo había modificado desde 1824. Por la insistencia de Galindo, la primera acuñación de monedas republicanas se hizo aproximadamente en septiembre de 1827 y, de esa manera, se terminó de romper la dependencia con España porque las nuevas piezas monetarias reemplazaban el escudo del imperio con dos llamas y el árbol del pan, y la efigie del rey Fernando por la del libertador Bolívar.
(*) Juan José Toro es fundador y socio de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).
Hallazgo: primera invasión peruana
Bolivia fue invadida por Perú dos veces, pero la historia sólo se ha ocupado de la segunda, que terminó con la Batalla de Ingavi.
La primera invasión peruana fue en 1828 y prácticamente no ha sido estudiada, quizás porque los sucesos de abril de ese año no fueron debidamente aquilatados.
La fecha de inicio de la invasión es el 18 de abril de 1828 porque ese día se sublevó el Batallón Voltígeros en Chuquisaca y, cuando el presidente Sucre fue a sofocar el motín, fue herido de bala. Cuando cayó herido, sus soldados leales lo levantaron y se lo llevaron a la casa de Miguel Antonio Tardío, pero, al comprender que su vida corría peligro, lo evacuaron a Ñucchu.
Hasta aquí, es historia conocida.
El detalle es que, cuando ocurrieron estos hechos, León Galindo era jefe de Estado Mayor del Ejército boliviano, cargo que había asumido en diciembre de 1827 por decisión de Sucre, y tenía a
La Paz como sede de sus funciones. Debido a este hecho es que Galindo manejó información privilegiada de los sucesos de 1828 y esta ha quedado plasmada en documentos que están esparcidos en el acervo de Colcapirhua y el archivo de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Por estos documentos, se confirma que el motín fue una consecuencia de la conspiración del peruano Agustín Gamarra con el boliviano Casimiro Olañeta y también hay datos desconocidos como que Sucre no se quedó en Ñucchu, sino que lo evacuaron a Siporo, en la actual provincia Saavedra de Potosí.
Entre abril y julio de 1828, cuando se firmó el Tratado de Piquiza, en el límite entre Potosí y La Paz, se desarrolló la primera invasión peruana que fue resistida en lugares de las provincias Linares y Saavedra de Potosí. Quien comandó a las fuerzas bolivianas fue el libertador León Galindo Camacho.