El país no entiende cómo puede ser que el cocalero Morales siga mandando en la justicia cuando ha dejado de ser presidente, como lo reveló el exministro Iván Lima.
Dijo Lima que debido a un “capricho” del cocalero la expresidenta Jeanine Áñez está sometida a un juicio ordinario, en lugar del juicio de responsabilidades que correspondería.
El capricho se impuso cuando Luis Arce era presidente del país, después del fraude de 2020, y cuando el cocalero había retornado del periplo que comenzó después de anular las elecciones, y renunciar, en noviembre de 2019.
Los jueces obedecieron al escapista… y le siguen obedeciendo, como se ha visto con el caso del juicio por estupro que le inició la fiscal de Tarija, Sandra Gutiérrez.
El fiscal general se levantó como leche hervida, como de rayo, y destituyó a la fiscal porque había osado tocar a su dios, a su amo, al que le debe todo, incluidas las mensualidades que recibe del Chapare.
Esa es la clave de toda esta historia. Los jueces no obedecen al MAS, obedecen a las seis federaciones del trópico desde antes de que el cocalero llegara a la presidencia.
Los jueces tomaron contacto con los cocaleros y sus socios, los narcos, en cada uno de los casos a los que fueron sometidos por los delitos que cometieron.
Y en cada caso el juez aprendía, y apreciaba mucho, la solvencia económica de todos ellos, lo que daba lugar a amistades muy estrechas y a pagos muy jugosos, que se hicieron mensuales.
Poco a poco, gota a gota, se forjó esta relación que dio lugar a que algunos jueces fallaran en contra del interés del propio Estado, como ocurrió durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.
El enorme poder económico de los cocaleros y los narcos había tomado control de la justicia, repito, antes de que el MAS llegara al gobierno.
Esto explica que la justicia boliviana siga obedeciendo a ese poder económico incluso cuando el cocalero Morales está enfrentado a la corriente masista manejada por Arce.
Esto no ocurre sólo en Bolivia, sino en toda la región donde opera el poder de las drogas.
Dice Felipe Calderón, expresidente de México, que el crimen organizado y el narcotráfico han creado narco-estados en América latina.
Sobre su país, dice Calderón que en este momento más de la mitad de los estados mexicanos están bajo el control de la coalición del crimen organizado y el narcotráfico.
No controla solamente alcaldías, gobernaciones y el propio gobierno nacional, sino instituciones democráticas de prestigio, como las Fuerzas Armadas.
Su pronóstico es pesimista, sobre todo porque Estados Unidos tiene ahora los ojos concentrados en Ucrania o el Medio Oriente y no presta atención a lo que ocurre en América latina.
Los países de nuestra región tienen que defenderse solos del poder económico más grande que ha conocido este hemisferio.
Siglo21bolivia.com