En otra más de sus raras intervenciones públicas dirigidas a todos los bolivianos, el presidente Luis Arce aprovechó el cumplimiento de la mitad de su mandato para aparecer nuevamente en televisión.
No es muy claro el propósito de difundir a las 22:00 de un día laboral ordinario un mensaje leído y grabado previamente, en el que el Jefe del Estado admite evidencias, anuncia propósitos y cuenta cifras para describir una realidad alejada de la vida cotidiana de los bolivianos.
Podría ser que el fin de esa intervención televisada, previa edición, era dar una imagen de acercamiento del Presidente a los bolivianos o quizás más bien consideraron que, al término de 30 de los 60 meses que dura su mandato, él debía mostrarse y decir algo.
Es una hipótesis razonable, pues, aparte de los actos puntuales con sectores específicos y de otros inevitables por su investidura, Luis Arce Catacora es muy poco generoso en sus apariciones públicas de ese tipo; la anterior fue hace un mes, cuando se difundió una entrevista con un periodista de un canal de televisión.
Entonces, las pugnas internas en el Movimiento Al Socialismo tenían un fuerte impacto en el paisaje mediático por la manifiesta hostilidad entre las facciones arcista y evista —renovadora y radical— en su partido.
Esa hostilidad no ha disminuido, aunque el punto más álgido y urgente ha sido superado: la aprobación de la “ley del oro”. Ley cuyo interés mayor se relaciona directamente con una de las obviedades que nos contó la noche del martes el Presidente: “Bolivia, como algunos países de la región, enfrenta problemas de liquidez del dólar estadounidense”.
Ese problema, que el economista que nos gobierna califica de transitorio, tendría como posible solución, en un plazo desconocido, “transar en yuanes chinos antes que en dólares”, como lo están haciendo “Argentina, Brasil, países árabes y otros”.
Mientras, la inflación —que las cifras oficiales muestran como casi inexistente— es una realidad que percibe cualquiera que hace compras, pero le es ajena el Presidente.
Lo que es ajeno a la realidad actual de los bolivianos son las “medidas” que anuncia en varias áreas, lo mismo que incierto el tiempo que falta para “la explotación e industrialización de tierras raras, así como en la producción de bienes de capital”.
Ambiciosa aspiración de Arce de la que no se conoce más y cuya referencia evoca más una promesa de tiempos de campaña electoral, que un plan serio.
¿Y la crisis de la justicia? “Es un tema pendiente muy complejo de resolver”, evidencia él lo evidente, justo antes de dar la solución para ello: “Trabajar de manera conjunta, escuchando principalmente al pueblo”.