El derrame de aceite vegetal en la orilla este de la laguna de Corani y las acciones para mitigar el consecuente daño ambiental motivan algunas reflexiones, especialmente porque ésta parece ser la primera vez que ocurre un hecho de este tipo en el país.
Sucedió el martes último cuando un camión cisterna que transportaba 30 mil litros de aceite comestible de Santa Cruz a La Paz se volcó luego de que su conductor, según asegura él mismo, intentara evitar a otro vehículo que circulaba en sentido contrario e invadió el carril.
El Gobierno Autónomo Municipal de Colomi —entidad territorial a la que pertenecen la laguna de Corani y el lugar donde ocurrió el accidente— reaccionó rápidamente, lo mismo que la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE) administradora de las centrales hidroeléctricas movidas por las aguas del embalse.
Una quincena de funcionarios municipales y 30 personeros de ENDE iniciaron las tareas necesarias para extraer el aceite derramado de la cisterna y que llegó a las aguas de la laguna.
Ardua tarea, pues “la extracción se está haciendo con baldes, guantes, bolsas y turriles. Esto va a continuar el fin de semana”, contaba el viernes la responsable de Medio Ambiente de la Alcaldía de Colomi.
Un día antes, el jueves, funcionarios de ese municipio, de ENDE y de la Gobernación de Cochabamba inspeccionaron el lugar del siniestro para constatar los efectos del derrame en el medio ambiente.
Las aves fueron las primeras víctimas del desastre, pues el aceite se impregna en sus plumas. La magnitud y existencia de otros perjuicios causados por el derrame son aún desconocidos, lo mismo que el volumen del líquido derramado.
Podría considerarse que esa inspección, presumiblemente efectuada para determinar las medidas de mitigación a ejecutarse, tuvo que tener lugar antes el mismo día del accidente y no 48 horas después.
Esa demora podría explicarse por la carencia de protocolos a aplicarse en casos como éste. Protocolos que deberían incluir también el manejo de la información por parte de los funcionarios públicos, especialmente en la exactitud de los datos que divulgan.
En ese sentido, asegurar de manera errónea, como lo hizo un técnico de Medio Ambiente de la Gobernación, que el derrame era de “aceite usado” —altamente contaminante— pudo haber provocado una alerta innecesaria.
No existen precedentes de derrames como el ocurrido en Colomi, eso es evidente en la ausencia de normativa específica sobre casos de este tipo.
Lo que sí existe es la solidaridad de la gente de a pie, manifestada en la participación voluntaria en las tareas de limpieza del aceite derramado.