En una breve caracterización del MAS que publiqué hace poco, había establecido y demostrado, cuáles eran los tres rasgos esenciales del masismo y sus operadores: la corrupción, la mentira y la estupidez.
Ahora, ¿a cuál de estas categorías pertenece este feriado? Evidentemente a la segunda, la mentira, por una parte, y luego, no menos importante, a la voluntad masista de lograr una “hegemonía” total, en el sentido gramsciano más elemental. Que no haya nada que no tenga su propio sello. Y ya tienen su propia bandera y su propio escudo que quieren imponer al resto del país.
En este caso, pretenden anular, hacer desaparecer, la tradicional fiesta de San Juan (que yo, por supuesto, celebraré) a cambio de un pretendido “año nuevo aymara” que se inventaron. Que lo celebren los aymaras.
¿Y por qué la mentira? Sabemos que al MAS, es decir, a sus dirigentes y militantes básicos, les importa un comino la Tierra o cualquier prurito ecológico. Ya lo hemos visto durante los horrorosos incendios de la Chiquitanía en 2018, que no sólo fueron provocados por sus bases, sino que no hicieron el mínimo esfuerzo por combatirlos. No querían apagarlos.
También sabemos que, ecológicamente, es el peor gobierno de la historia: la actual deforestación en Bolivia es la más alta del mundo, los parques naturales están siendo destruidos y se entregó su manejo (echando a los guardaparques con experiencia y comprometidos) a sus militantes, es decir, a individuos estúpidos, mentirosos y corruptos, pero se llenan la boca de proclamas ecológicas, hablando del cuidado ancestral por la tierra y demás.
Antimasista afligido por el terrible desastre ecológico de este país, ni por un instante me sumo a las truchas celebraciones de la mentira masista.
La verdadera fiesta es San Juan (mi santo) y entonces sí, prenderé una chimenea, me iré a bailar, etc.