La intelectual Virginia Ayllón ha presentado en La Paz, hace pocos días, su libro titulado Común y corriente: las crónicas de Soledad V. de lectura breve y de disfrute prolongado, como todo lo bueno, pese a los duros asuntos que plantea en una cotidianeidad muy próxima e invisibilizada y que ella, evidentemente, los pone allí para que se vean.
La autora muestra, en cada capítulo, situaciones comunes que dan como resultado una realidad que cada año, por ejemplo, se observan en las noticias: el recién pasado 2023 terminó con 81 feminicidios, según el informe que dio ayer, lunes, el fiscal general Juan Lanchipa.
Podría resultar incómoda esta relación entre un informe sobre feminicidios y el texto de Ayllón, un texto que ya ha merecido varios comentarios muy positivos por la su riqueza del relato, situaciones y personajes; sin embargo, desde mi punto de vista, resulta adecuado y además evidente.
Ayllón, escritora, poeta y bibliotecóloga, tiene larga trayectoria, textos y referencias académicas en el ámbito de la investigación social y literaria, siempre con una mirada feminista. Amante de la crónica negra, se introduce en el género con este texto en el que su protagonista, una mujer común y corriente, vive situaciones de violencia machista y patriarcal también comunes y corrientes. Este tipo de violencias no están así explicitadas, en esos términos, pero sí son el centro del relato.
En cada capítulo del texto, la protagonista, Soledad Vaca, pasa por situaciones cotidianas y a la vez terribles, ya que se relata feminicidios, violaciones grupales, el miedo que viven las mujeres en la calle, suicidio-asesinatos y amor romántico, la violencia de la masculinidad en la policía y en los espacios de trabajo, la violencia contra las mujeres, el machismo de las propias mujeres, los celos como expresión del sentido de propiedad sobre la pareja y su violencia, las agresiones sexuales a niñas y niños y la indiferencia de la sociedad ante estos casos, la ceguera o indiferencia también de la policía frente a estas múltiples violencias por lo habituales que se presentan...
La ficción del relato de Ayllón es pues un ejemplo de cómo se producen estas violencias en la realidad, por ello pueden relacionarse con las cifras que este 1 de enero de 2024 ha dado Lanchipa, como informe de resultados de 2023, y que señalan los 81 feminicidios.
El 96% de los feminicidas han sido identificados, están enjuiciados y la mayoría detenidos, lo que es un gran avance, en relación con años anteriores, así como lo es que el número de víctimas anuales haya disminuido a 81 en 2023 de 94 en 2022, de 108 en 2021 o de 113 en 2020.
Aunque Ayllón no lo dice, el escenario de su relato es La Paz, una ciudad con conventillos, con clima frío y un sinfín de pequeños detalles que a quien conoce esta ciudad le permite visualizarla en la lectura.
La Paz es la capital del departamento que en 2023 es el que presenta el mayor número de mujeres asesinadas (23) por sus parejas.
Con todo, cada uno de los departamentos de Bolivia tiene casos de feminicidios, más o menos, en correlación con el porcentaje de habitantes que tiene.
La violencia feminicida es transversal en todo el país.
Si bien Virginia Ayllón, en su último texto, habla de violencia machista en sus múltiples manifestaciones, no lo hacen los informes anuales oficiales en donde se habla sólo de feminicidios y, a veces, también de violaciones y violencias físicas, pese a que hay muchos otros tipos de violencias patriarcales.
La obra, que se podría decir que relata aventuras de una mujer ayudante de un jefe policial, está dentro de la crónica negra, pero no habla de asesinatos comunes ni de grandes misterios policiacos, tampoco de robos u otro tipo de delitos, habla de situaciones cotidianas y comunes que viven las mujeres en su relación con los hombres y en una sociedad patriarcal, y lo hace de tal manera que estas situaciones son relatadas también como algo cotidiano y muy próximo, tal como es la violencia machista en la realidad.
Es cuestión de abrir los ojos y encontrar estas situaciones para, evidentemente, rechazarlas.