Aparte del descalabro económico y la corrupción, el MAS está llevando al país a situaciones jamás conocidas, como el compromiso con el terrorista Estado de Irán y, ahora, con provocaciones a Chile.
El jefe del MAS ha huido, según sus conocidas costumbres, ante el riesgo de que el caso Rosza lo lleve a la cárcel, ahora que la justicia internacional hace lo que debía haber hecho la boliviana.
Pero Luis Arce, acorralado por sus errores de su época de ministro, es el que ha llevado al país a comprometerse con Irán, la meca del terrorismo, y acaba de lanzar acusaciones a Chile desde el Colegio Militar.
Está a punto de romper relaciones diplomáticas con Argentina porque la ministra de seguridad de ese país, Patricia Bullrich, asegura que en Bolivia están operando 700 agentes terroristas del Hezbollah iraní.
Bullrich denuncia lo que los bolivianos sabemos: que los convenios con Irán suscritos por el MAS incluyen compromisos militares en operaciones para afectar a toda la región.
La oposición chilena se ha sumado a estas denuncias con pedidos para que se frene la acción terrorista iraní desde Bolivia, pero el presidente Arce responde diciendo que Chile quiere balcanizar nuestro país para quedarse con el litio.
Sabe Arce que el proyecto del litio boliviano terminó en un aborto cometido por la corrupción masista, como lo denuncia su propio ministro y la presidente de YBL, pero asegura que Chile quiere quedarse con los salares bolivianos, como si no supiera que los salares capturados en la invasión de 1879 han convertido a ese país en el tercer exportador de litio del mundo.
Aparte de esta majadería de Arce, con la que quiere distraer la atención del desastroso manejo de la economía, lo realmente peligroso para Bolivia es el compromiso con Irán, país integrante de la transnacional del crimen organizado, el bloque empeñado en enfrentar al occidente democrático y cristiano.
Con el temor de una inminente tercera guerra mundial, este compromiso del masismo con Irán pone a Bolivia en el bando equivocado, incluso en lo geográfico.
El jefe histórico del MAS ha huido porque tiene miedo a terminar en Guantánamo y el que se propone reemplazarlo quiere patear el tablero buscando conflictos con los vecinos.
Pero lo curioso es que el escapista y su sucesor están empeñados en ser elegidos en 2025, quizá, se podría sospechar, para darle al país el tiro de gracia después de que lo dejaron sin gas natural, sin esperanzas con el litio y sometido solamente al narcotráfico y sus agentes, muchos de los cuales actúan desde el Gobierno.