El 6 de agosto pasado ha empezado el año del bicentenario de la creación de nuestra triste república, esa fecha no va a poder ser festejada en grande porque no hay dinero, y posiblemente ni siquiera haya de donde prestarse para armar un jolgorio patriótico. Estamos viviendo una crisis económica de dimensiones mayores, no tan extrema como la de la UDP, pero suficientemente aguda como para preocupar a moros y cristianos. El valor del patrimonio de los bolivianos y el valor adquisitivo de sus ingresos ha bajado sustancialmente, aunque el pan y la gasolina no hayan subido de precio. Somos más pobres de lo que éramos hace tres años, y eso es responsabilidad absoluta del gobierno del MAS en sus dos períodos, el del pre fraude, y el del post fraude.
Estamos viviendo los años de las vacas flacas, luego del despilfarro de los años de las vacas gordas, el problema es que Luis no es José, y el faraón de entonces estaba tan obnubilado con el poder, y tan distraído con su pelota y su avioncito, y otros pasatiempos menos públicos, que no se enteró siquiera de lo que estaba sucediendo.
Estamos pagando la negligencia y la falta de previsión y también la falta de coraje para corregir un error que debemos recordar no lo implementó el gobierno del MAS, sino el de Hugo Banzer, el tío de la actual ministra de la presidencia, quien como se puede ver, nunca fue un verdadero (neo)liberal. Así es, es importante recordar que la implementación de un precio fijo y subvencionado, fue una política económica ejecutada por el general Hugo Banzer, durante su mandato democrático, y lo hizo con buenas razones para apoyar a la agroindustria, que estaba teniéndola difícil por el bajo precio de la soya. Pero distorsionando la base del modelo económico de libre mercado, y perforando el balde de las finanzas del país. Es interesante recordar que Tuto Quiroga no corrigió este defecto en el manejo económico del país, ( no metió la mano en la lata, pero dejó un huequito en la misma), pero es comprensible que no lo hiciera, iba a gobernar solo un año y suspender el subsidio podía costar mucho, además los precios de los commodities todavía no habían subido. Goni tampoco se animó a acabar con este defecto, algo que seguramente sucedió porque estaba atendiendo otro tipo de problemas más álgidos, como la conspiración que finalmente lo tumbó. Cuando el MAS llegó al poder, con un respaldo político como nunca antes había tenido un gobierno, luego de unos años, con Arce a la cabeza del gabinete económico, el gobierno se animó a suspender la subvención, y esto causó un casi levantamiento popular que amenazó con defenestrar al popular presidente indígena. Nunca más se tocó el precio de la gasolina, mientras este iba subiendo a nivel internacional en forma constante, y de la misma manera iba subiendo también el contrabando de combustible a los países aledaños. Bolivia terminó no solo subvencionando gasolina y diésel a sus ciudadanos, sino a los de los países vecinos, genial.
Es obvio que esa subvención debe acabar, y que el gobierno debe agarrar el toro por las astas, Morales en el zenit de su popularidad perdió la oportunidad de hacerlo sin que le hubiera costado mucho, si lo hacía en forma gradual.
Ahora, en un acto de viveza criolla el presidente Arce ha sugerido hacer un referéndum para preguntar al pueblo si está de acuerdo con suspender esa subvención, hasta podría ser una idea interesante si el interlocutor fuera válido. Pero los bolivianos sabemos perfectamente en que quedan los referéndums convocados por los masistas, se estornudan en los resultados de estos. Hay que recordar que no hubo una voz del MAS que protestara o disintiera cuando Morales ignoró el referéndum que él mismo convocó y que le impedía modificar su propia constitución. No señores, un referéndum masista es una pérdida de tiempo, y de dinero, esa gente o no tiene palabra, o no entiende el verdadero sentido de un referéndum. El gobierno simplemente no está en condiciones morales de llamar a un referéndum.