El mundo hoy está enfrentando una grave crisis por la pérdida de biodiversidad y América Latina y el Caribe es la región del mundo que está sufriendo el mayor declive.
Lo advirtió el Informe Planeta Vivo 2024 del Fondo Mundial para la Naturaleza (conocido por su sigla en inglés como WWF).
En ese contexto, las especies de aves también se ven afectadas. Hoy es el Día Mundial de las Aves Migratorias, y científicos y ambientalistas han llamado la atención sobre las amenazas que esas especies sufren, que incluyen un motivo subestimado: la electrocución por el contacto con las redes eléctricas.
El reporte de WWF midió el cambio promedio en el tamaño de las poblaciones de más de 5.000 especies de vertebrados y demostró que hubo un alarmante descenso del 73% entre los 1970 y 2020.
Los expertos que elaboran el informe se basan en el llamado “Índice Planeta Vivo (IPV)”, proporcionado por la Sociedad Zoológica de Londres, que permite analizar tendencias poblacionales de 5.495 especies.
Así revelaron que los ecosistemas de agua dulce han sufrido las mayores pérdidas, con una disminución del 85%. Los ecosistemas terrestres y marinos también han experimentado caídas significativas, del 69% y 56% respectivamente.
Los países ya acordaron objetivos globales para detener y revertir la pérdida de la naturaleza (que se conoce como Marco Global de Biodiversidad), para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ºC (a través del Acuerdo de París) y para erradicar la pobreza (con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU).
Sin embargo, el reporte visualizó que los compromisos nacionales y las acciones sobre el terreno todavía están muy lejos de lo acordado.
Cuál es la situación de América Latina y el Caribe
En el caso de América Latina y el Caribe, el cambio climático es una amenaza adicional, en particular para las poblaciones de vida silvestre. En esta región se registró una disminución promedio del 95%.
En diálogo con Infobae, el ingeniero forestal Manuel Jaramillo, director de la Fundación Vida Silvestre que representa a la WWF en la Argentina, comentó cuáles son otros factores que han producido la pérdida de la biodiversidad en la región.
“El informe anterior también había señalado a la región como la peor posicionada en cuanto a la pérdida de biodiversidad. Uno de los factores es el cambio del uso del suelo para desarrollar la agricultura o la ganadería, que hace que las poblaciones de especies pierdan sus hábitats naturales”, expresó.
También el uso de agrotóxicos contaminantes de los ecosistemas de agua dulce, la invasión de especies animales y vegetales introducidas, y los efectos negativos del cambio climático, agregó.
Qué pasa con las aves
En cuanto a las aves, “las migratorias se ven particularmente afectadas con la transformación de los ecosistemas de humedales. Las aves los necesitan en sus diferentes desplazamientos, pero han sido reemplazados por desarrollos inmobiliarios”, dijo Jaramillo.
En diálogo con Infobae Natalia Rebolo-Ifrán, integrante del Laboratorio Ecotono del Instituto INIBIOMA que depende de la Universidad Nacional del Comahue y el Conicet, en Bariloche, Argentina, comentó: “las aves migratorias recorren grandes distancias desde sus lugares de invernada a los sitios de reproducción y pueden verse afectadas por muchos riesgos durante sus viajes”.
Pueden sufrir colisiones con tendidos de alta tensión, ya que vuelan a elevadas altitudes. “Además, los tendidos de media tensión —que son más bajos que los de alta, pero con cables eléctricos dispuestos a menores distancias—, suelen provocar electrocuciones cuando el ave toca dos al mismo tiempo. Esto suele suceder cuando las aves se posan a descansar en esas estructuras”, comentó la científica, quien publicó con un grupo de colaboradores de Perú y Chile un estudio sobre el problema en Sudamérica en la revista Perspectives in Ecology and Conservation.
El impacto de las líneas eléctricas en las aves no se limita a la mortalidad directa. También se han observado cambios en el comportamiento, alteraciones en la fisiología de las aves y la fragmentación o pérdida de su hábitat, lo que podría tener consecuencias a largo plazo en la dinámica poblacional.
Hay “muertes silenciosas” por electrocución, advirtió el doctor en ecología José Sarasola, investigador del Conicet en el Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (CECARA), que depende de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de La Pampa.
El científico mencionó que se suelen reportar los casos de electrocución asociados con el corte del servicio eléctrico en la comunidad cercana. Pero habría muchos más casos que están sub-reportados.
El aumento del riesgo de mortalidad depende del diseño de las líneas, el material con el que están hechas y del tamaño y el comportamiento de las aves, según explicó.