En el mundo, una de cada siete personas de entre 10 y 19 años padece algún trastorno mental. La depresión y la ansiedad están entre las principales causas de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicados en 2021.
Las cifras sobre depresión y ansiedad en niños y adolescentes son contundentes y van en ascenso. Los especialistas aseguran que la tarea de ser padres es cada vez más difícil por el contexto actual en que vivimos.
Además, el suicidio era la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
En la actualidad, los adolescentes presentan más ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas. Así lo ha constatado el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, del que forma parte la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI), dependiente de la Asociación Española de Pediatría.
La psiquiatra infantil y juvenil, Motze Dolz, señala que los trastornos mentales empiezan antes de los 18 años, en la infancia y la adolescencia, y a veces los síntomas se confunden porque los adolescentes cambian mucho, pero los padres deben prestar más atención cuando el adolescente sufre un cambio notable y persistente, prolongado en el tiempo. “Un adolescente puede ser tímido, pero si ya no sale de casa, abandona cosas que debe hacer y se encierra, puede ser depresión. Se debe estar atento a las señales de alarma”, recomienda.
Estos trastornos generan discapacidad en la vida adulta y causan muchos problemas, por tanto, cuanto más antes los tratemos será mucho mejor para la evolución de los casos. “Una mirada atenta de los padres es vital para prevenir que no se agrave y se hagan más grandes estos problemas”, señala la especialista.
Los síntomas depresivos en niños y adolescentes son diferentes a los del adulto.
“La depresión es un trastorno mental con tristeza persistente, hay alteración del sueño, del hambre, que dura más de 15 días seguidos. En los niños hay más irritabilidad, rabietas, pataletas, están más desganados, no juegan con tantas ganas, parecen aburridos. En los adolescentes se presenta como entre medio de los síntomas de los niños y adultos”, dice.
La depresión es un trastorno psíquico, que causa una alteración del estado de ánimo de tipo depresivo (tristeza) a menudo acompañada de ansiedad, en el que pueden darse, además, otros síntomas psíquicos de inhibición, sensación de vacío y desinterés general, disminución de la comunicación y del contacto social, alteraciones del apetito y el sueño (insomnio tardío) agitación o enlentecimiento psicomotor, sentimientos de culpa y de incapacidad, ideas de muerte e incluso intento de suicidio, así como dolencias físicas.
Se desconoce la causa exacta de la depresión, pero puede haber varios problemas implicados algunos de estos son: neurotransmisores alterados, cambios en el equilibrio hormonal, la depresión es más común en las personas que tienen parientes directos con este trastorno, eventos traumáticos en la infancia (abuso físico o emocional, pérdida de los padres). La depresión en los adolescentes puede estar asociada a aprender a sentirse inútil, contrario a aprender a sentirse capaz de encontrar soluciones para los desafíos de la vida.
La ansiedad es una reacción normal y saludable que se activa ante una amenaza o un peligro, pero la ansiedad se convierte en trastorno cuando esta reacción se activa en situaciones habitualmente no amenazantes o de manera persistente, hasta el punto que interfiere de manera importante en la vida diaria. Hay varios tipos de ansiedad.
Cuando una persona tiene síntomas de ansiedad nota algunas sensaciones físicas desagradables como palpitaciones o mareos. Esto ocurre porque las situaciones de peligro (real o imaginaria) producen reacciones a nivel cerebral y hormonal que activan el cuerpo como si fueran una alarma antiincendios: cuando se detecta una posible amenaza, toda la atención de la persona se dirige hacia esta situación para huir del peligro y sobrevivir.
La psiquiatra infantojuvenil María Velasco señala que los trastornos mentales se deben a problemas complejos, en la sociedad actual donde hay una mayor exigencia a nivel social, que se potencia por las redes sociales. “El celular nos hace más expuestos, nos miramos y comparamos con personas lejanas, que nos muestran vidas perfectas, sin dificultades y empezamos a tener una serie de creencias de lo que es normal, como la perfección del cuerpo y eso hace pensar que nuestra vida debe ser de diferente manera”.
Añade que los menores de edad se enteran de problemas de los adultos y en algunos casos están en medio del conflicto de los padres, ven contenido de adultos en medios audiovisuales y redes sociales, donde hay casos de violencia y muerte, que se normalizan. “Los padres deben preguntarse qué capacidad tiene su hijo para asimilar el contenido que está viendo, ellos acaban normalizando la violencia”.
Agrega que a ello se suma que los menores de edad viven en mucha soledad porque sus padres andan muy ajetreados y tienen muy poco tiempo para sus hijos. “Lo más importante de la vida sucede en cosas pequeñitas, es ahí donde conocemos de verdad a nuestros hijos. Lo que necesitan nuestros hijos de verdad no se los estamos dando, esto es para reflexionar. Queremos todo perfecto, somos esclavos de una surrealidad, hay una figura muy individualista y narcisista”, explica.
La psiquiatra señala que además tenemos una actitud de víctimas, creemos que lo merecemos todo y cuando no lo obtenemos creemos que somos mártires, “hay que aceptar la vida como es, con tristeza y alegrías. Las consultas de salud mental se llenan por casos de infelicidad”.
Velasco indica que los padres deben enseñar a sus hijos diferentes capacidades, para adaptarse a la realidad, manejar la frustración, rabia y la ira. “Vivimos en una sociedad que hace que los menores tengan una idea de la realidad distorsionada, hay sobreprotección, los menores no tienen habilidades emocionales, esto añadido al contenido adulto de suicidios hace que ellos intenten acabar con su vida. Es una suma de factores que no sólo depende de los padres, sino de la sociedad que hace que nuestros menores de edad no soporten el sufrimiento, no son muy tolerantes”.
Síntomas
Algunos de los síntomas de la depresión en niños y adolescentes son: irritabilidad elevada, ira, hostilidad, tristeza constante, pérdida de interés en diferentes actividades, aburrimiento persistente, falta de energía o cansancio, aislamiento social o falta de comunicación, autoestima baja, sensación de culpa, responsabilidad por cosas malas que puedan pasar, sensibilidad extrema al rechazo o poca resistencia ante los fallos o errores, dolores de cabeza o de estómago, mareos, náuseas, ausencias frecuentes de colegio o disminución del rendimiento escolar, problemas de concentración, cambio importante en los hábitos alimentarios o del sueño, conversaciones sobre intención de escaparse de casa, pensamientos o expresiones sobre la muerte o intención de suicidarse activa o pasivamente.