E
l MAS está destruyendo el país. Su proyecto ha fracasado.
Pero quiere morir matando, completando su obra, para que Bolivia sea el Estado fallido, con su territorio trajinado por mafias de todas las especialidades.
El Estado plurinacional es un feto que no termina de salir a luz y se pudre como un engendro del humor de unos charlatanes españoles. Nadie ha podido entender en qué consiste ese proyecto.
Las instituciones democráticas han sido minuciosamente destruidas y en este momento no hay justicia, no hay legislativo, no hay FFAA, no hay policía, no hay periodismo libre, excepto el que brota en las redes sociales.
Sólo 16% de los bolivianos está con el MAS, dicen las encuestas.
La inmensa mayoría repudia al MAS y a sus líderes, pero no ha encontrado todavía una manera de expresarse porque no tiene líderes y está aquejada por una profunda frustración.
Pero el calendario del país no puede esperar al calendario electoral que prevé comicios para 2025: la situación es dramática y la solución no puede esperar.
En noviembre de 2019 debía haber sido cerrado el parlamento y puesto en vigencia la constitución anterior, además de llamar a elecciones a cargo de una renovada Corte Nacional Electoral.
Esos propósitos no fueron cumplidos entonces, un error que el país sigue pagando, pero ahora son más urgentes todavía.
Esto ya no es un enfado contra quien decidió no cumplir con un referéndum y se presentó como candidato de todos modos, ni es contra el fraude tan grosero que entonces se dio: es por la destrucción del país.
Si los ecuatorianos piden ahora la ayuda militar de Estados Unidos para enfrentar a los narcos, Bolivia necesita volver al espíritu de 2019 y pedir a la potencia la ayuda necesaria para expulsar a los narcos que ya han controlado el país.
Si hay políticos conscientes de la gravedad de este momento, tendrían que proponerse, con la ayuda de quien sea necesario, dentro o fuera del país, salvar a Bolivia de esta pesadilla.
No se puede seguir el juego de los caudillos masistas, juego creado para dar la impresión de que ellos son las únicas opciones que tiene el país.
La sospechosa pelea entre los dos aspirantes a candidatos en las elecciones de 2025 pone al país en una repulsiva disyuntiva: apoyar o repudiar la prórroga de los titulares del TCP.
Incluso Jeanine Áñez, desde la cárcel, ha tomado partido, repudiando a los autoprorrogados, sin importarle que estaba coincidiendo con el cocalero Morales.
Ahora, de veras, peor que en 1985, “Bolivia se nos muere”.
Hay que hacer algo ahora mismo.