El MAS ha electoralizado al país cuando faltan dos años para las elecciones. Las peleas entre Arce y Morales, aparentemente irreconciliables, están llegando a límites complicados por la virulencia de las acusaciones: protección al narcotráfico y corrupción, por un lado, y huida y abandono de las bases, por el otro. Sin embargo, creo que mientras no se rompa el pacto del silencio sobre los 14 años de gobierno, (la omertá, en la mafia), las peleas distractivas y la existencia de dos candidaturas masistas frente a más de 20 posibles candidatos que ya hay en la oposición, el MAS se divertirá con lo que ocurre pues así no tiene que rendir cuentas de nada y tampoco discutirá el fondo de la crisis.
En todo caso, los rostros del MAS son aparentemente definitivos con Arce y Morales y algún liderazgo de acompañamiento si vemos a Andrónico o Adriana Salvatierra.
Existen 10 fotografías conocidas de la oposición, de campañas anteriores, sobre las que existe la pregunta si alguno de los que aparecen en ellas querría y podría cumplir con la lista infinita de cualidades exigidas para gozar con el respaldo de un electorado cada vez más incrédulo, demandante y poco paciente.
Necesitamos políticos que asuman el riesgo de vivir en un país con unos jueces arancelados que reparten justicia respondiendo al origen de los colores de la camiseta, del metálico, del bien transable, de la oportunidad y la demanda. Se buscan candidatos para un país que tiene un Gobierno que se comporta como troglodita y tiene una sociedad que a veces guarda silencio, que es ingrata, desconsiderada, descomedida, malagradecida, desleal... Y estoy pensando en Janine, Camacho, Revilla, Pumari, Bakovic, Toño Araníbar, Marco Antonio Aramayo, Sosa, Guido Áñez, Cossío, Torrez Goitia, Pinto, Carvajal, Paredes...
Se buscan ciudadan@s en la oposición que tengan méritos, capacidades, talante, entereza, integridad, visión nacional, espíritu de integración, patriotismo, generosidad, preparación, experiencia... ¿sigo? Y que quieran dirigir un país informal, diverso, plural, tozudo, que discursea desde lo “originario indígena campesino” mientras vive en un 80% en ciudades, conectado a internet, ocurrente y que insiste en mantener la sonrisa.
A todo eso, el político debe expresar con firmeza creíble la frase esperada: “¡Quiero ser candidato a presidente de Bolivia para ganarle al MAS en las elecciones de 2025!” Alguien que se anime y lo diga de frente, como Milei. Y en su momento, como Evo Morales, Fujimori, Correa, Bukele. Insistentes como Lula y López Obrador y capaces de soportar a la historia que se les viene encima como Ortega y Maduro.
Frente a ellos existe una Bolivia que irrumpe irreverente, y necesita rostros sensibles que interpreten un bicentenario de la independencia que no está en los breviarios. Frente a los nombres conocidos de campañas anteriores, existen 10 fotografías nuevas que buscan la palabra para enamorar a una sociedad todavía indescifrable. Y que debe enfrentarse a la que se aburguesó en el Gobierno, insiste en ser reconocida como violenta, solemne y aburrida, y arrastra una propuesta que margina lo que no es “originario indígena campesino”.
La nueva sociedad, la que emerge, la que quiere trabajar dignamente fuera de la burocracia, del circuito de la corrupción, del estigma de la droga, tiene un crecimiento intercensal 2001- 2012 de 2,4% para la población urbana, y de 0,5 para la rural. ¿Entendemos lo que eso significa y que por eso crecen las ciudades?
En esta Bolivia previa al censo de 2024, el 60% de la población es menor de 30 años, se comunica con TikTok y desconoce, sin sentirse culpable, qué ocurrió el 10 de octubre de 1982, el 9 de abril de 1952 y cuándo fue la Guerra del Chaco...
La campaña electoral adelantada por las peleas intestinas del MAS, debieran servir para plantearnos la necesidad de una oposición que busque, democráticamente, una alternativa.