“El mejor oficio del mundo”. Con estos términos describió la actividad del periodismo el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, allá por 1996, cuando le tocó disertar sus percepciones sobre el tema en la 52 Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Él mismo, antes de dedicarse de lleno a la literatura ejerció el periodismo, como dice en su discurso, comenzando desde redactor de editoriales y “subiendo” hasta el mejor cargo de un periódico: reportero raso, ese que sale a la calle, cn su grabadorita o cámara en mano, a buscar sus notas.
El gran escritor colombiano no podía, sino expresar su admiración por este noble trabajo tan sui géneris y tan incomprendido. Los periodistas, por nuestra parte, tampoco podíamos menos que sentirnos orgullosos de tan semejante elogio, pues un periodista es eso: un profesional dedicado a ser el centinela de la información, testigo de los hechos que más tarde moldearán la historia, maestro del público para quien traduce los hechos en un lenguaje sencillo y ameno, con informaciones que incluso cambiaron el curso de la historia. Es el periodismo, y para ello no hay tiempo ni horario, los hechos ocurren en cualquier momento. Es más, el periodista habla de periodismo incluso en su tiempo libre, como ejemplifica el Nóbel.
El periodista está sujeto a la constante presión de los grupos de poder (políticos, económicos y otros) afectados por lo que se informe en los medios de comunicación. Por ello, el periodista es sujeto constante de ofertas de soborno, amenazas y hasta agresiones físicas. De paso, el periodista no tiene buenos sueldos y peor en estos tiempos en los que la tecnología toma el control de todo y el trabajo profesional termina devaluados. De allí que su misión esté más motivada por su pasión y esa pequeña dosis de adrenalina que le hace disfrutar de su trabajo, más que la misma retribución económica, sacrificando incluso el tiempo que podría estar dedicado a su familia.
Por todo ello, cuando los nuevos estudiantes preguntan cuáles son los requisitos que debe tener un periodista, la respuesta es sencilla: tener un alto sentido crítico, un constante espíritu de actualización informativa, las antenas bien erguidas, un pellejo estoico que le permita resistir el estrés y las presiones, y un escudo ético a prueba de balas y sobornos. El periodismo es un apostolado de la información
En este 10 de mayo, rendimos nuestro homenaje a todos esos periodistas que han sabido mantener su misión de informar los temas de interés social, por el bien común, con la verdad por encima de toda presión, a todos esos locos soñadores que escriben la historia de cada día.
Esos son los periodistas, los que eligieron ejercer el mejor oficio del mundo.