Gabriel Boric, presidente de Chile, decidió expulsar a los migrantes venezolanos que llegaron a la frontera de su país, y para ello contrató a una empresa aérea del país de Nicolás Maduro.
Partidos de la oposición chilena apoyan la expulsión de los inmigrantes y algunos vecinos del norte de ese país llegaron a incendiar las carpas donde estaban sobreviviendo familias venezolanas.
Ahora, miles de venezolanos serán embarcados en aviones y depositados en el país del que huyeron, un país gobernado por una dictadura socialista, criminal y corrupta.
En la era republicana, esta es la segunda dictadura latinoamericana que expulsa a sus ciudadanos por millones. La primera es Cuba, pero los migrantes que huyen de esa isla se dirigen a EEUU y no llegan al sur, salvo ciertos agentes de la dictadura, algunos armados, al principio, y ahora haciendo de agentes políticos, como ocurre en Bolivia.
Esta corriente de venezolanos provoca la primera migración de millones de personas, unos siete millones hasta ahora. Nunca se había visto en nuestra región una corriente tan numerosa de personas, de otros sudamericanos, buscando un lugar donde vivir.
Esta gigantesca masa de hermanos sudamericanos, que escapan de una dictadura, y buscan refugio, encuentra a los países de la región sin capacidad, algunos incluso sin disposición, de recibirlos, darles cobijo, ofrecerles algunos de los espacios vacíos que hay en sus geografías.
Los venezolanos no buscan vivir de los Estados: quieren trabajar, quieren incorporarse a la sociedad, como hacen y han hecho todos los migrantes en la historia de la humanidad.
En Sudamérica son los primeros, y quizá no los últimos, y es indigno de una región hecha por inmigraciones que aumentaron desde la llegada de los españoles, expulsar a los migrantes, rechazarlos como si fueran una peste.
A principios del siglo XX, millones de europeos llegaron aquí escapando de dictadores como Hitler, Mussolini o Franco, y eligieron quedarse, casualmente, en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.
Y allí se quedaron, enriqueciendo a esos países, como en Argentina, donde descendientes de italianos y españoles se convirtieron en una gran riqueza demográfica.
El propio bisabuelo de Boric llegó desde Croacia a Chile por esa época buscando una nueva vida, tuvo 11 hijos y se instaló allí.
Ahora, los venezolanos huyen de un régimen muy parecido a las dictaduras europeas que provocaron la gran inmigración en Sudamérica.
En Venezuela, como en Cuba, sus dictaduras han eliminado la propiedad privada y lo han estatizado todo para imponer la ineptitud y la corrupción y se han convertido en señores feudales en sociedades miserables.