“Romeo debe morir” es el título de una película reciente basada en la clásica obra de Shakespeare. Extrapolando esa sentencia a tiempos actuales podríamos formularla como pregunta acerca de lo que se necesita para que las autoridades tomen cartas en asuntos serios.
Como bobos nos concentramos en la forma: calles asfaltadas, parques “bonitos” y ciclovías. Eso está bien, pero hablemos del fondo: ¿Cómo se estructuran las ciudades de Bolivia en función de su sistema de transporte público? Tomemos en cuenta que no es público, no es de instancias municipales. Es un sistema privado, formado por mafiosos sindicatos que, en muchos casos, importan y registran ilegalmente a sus autos, obteniendo del mismo modo sus placas e inspección técnica vehicular.
Hace unos días, en Cochabamba, un micro rompió frenos, se estrelló contra dos trufis y dejó un saldo fatal de cuatro muertos. El periodista que confrontó al líder del sindicato y le preguntó sobre el estado del micro y sobre la inspección técnica obtuvo una respuesta alevosa: “¿Acaso yo lo estaba manejando? ¿Acaso es mi culpa?”
Esas son las personas que gobiernan Bolivia. El alcalde que saluda no gobierna, lo hace quien ha impuesto miles de chatarras que hace décadas circulan sin inspección técnica y además contaminan.
Volvamos a Shakespeare, ¿quién debe morir para que se hagan verdaderas inspecciones técnicas? ¿Quién será el siguiente? Tal vez si muere el hijo de una autoridad, un reconocido vecino, o un influencer tomemos en serio este asunto.
¿Quién debe morir para que acabemos con este cáncer mal llamado transporte público, que se está comiendo a las ciudades bolivianas?
Y tú, ¿hiciste la inspección técnica? ¿Tu auto podría pasar la normativa internacional?
Te propongo dos pruebas: ¿Qué tal si para medir las emisiones de tu auto te encerramos con tu auto encendido dentro de una habitación? Si las emisiones son correctas y las permitidas seguirás con tu vida, sino morirás por inhalación de monóxido de carbono, que por cierto eso es lo que respiras todos los días y ahora le echas la culpa al invierno, o a San Juan, porque la ciudad está contaminada.
Va la segunda prueba: Pide que alguien acelere a un micro, que vaya en bajada. Apóyate en una pared y observa si el micro frena o quedas aplastado como mosca contra la pared.
¿Los funcionarios que dan la inspección técnica se atreverían a hacerlo?
Quisiera ver al policía que firmó el acta de “inspección técnica” haciendo esta prueba.