La primera vuelta electoral en Argentina trajo tantas sorpresas como las PASO. Lejos de darse el triunfo sin balotaje que esperaban muchos seguidores de Javier Milei, el candidato de La Libertad Avanza (LLA) perdió fuelle y se estancó en un resultado muy similar al que había obtenido en las primarias.
En cambio, el gran beneficiario del primer lugar que Milei logró en las PASO fue el oficialista Sergio Massa, quien se “desperonizó” en las últimas semanas, escondiendo a Cristina y Alberto en el desván, y agitó la incertidumbre por las propuestas disruptivas del postulante de LLA. Ambos jugaron a la polarización, pero sólo uno cosechó votos.
Las elecciones suelen decidirse cuando alguno de los actores logra instalar sobre qué tratan esos comicios. Antes del sorpasso de Milei en las primarias, el proceso electoral argentino trataba sobre la inflación y la corrupción del kirchnerismo, pero luego de la irrupción del “león” todo se trató sobre la viabilidad y riesgos de sus propuestas. O al menos así logró instalarlo Massa.
Es cierto que el caudal de Milei y el de Patricia Bullrich, quien quedó en tercer lugar, representan un 54% del electorado, pero no hay garantías de una sumatoria automática. Pesan, por una parte, las múltiples ofensas que desde un mileísmo inmaduro e intolerante se dirigieron contra la otra oposición, incluyendo a liberales de larga trayectoria que fueron objeto de arteras descalificaciones. El candidato de LLA ha dicho que espera a los demás opositores “con los brazos abiertos”, pero es posible que deba bajar un poco de la soberbia, hacer algún tipo de autocrítica y buscarlos de manera más activa. De eso se trata su reinvención necesaria.
Por otra parte, en el bloque de Juntos por el Cambio (JxC) también se encuentra la Unión Cívica Radical, que ha sido puesta discursivamente por Milei casi al mismo nivel que el peronismo. Tendrá, tal vez, que recordar el liberalismo de Leandro Alem y de Marcelo T. de Alvear, para invitarlos a un nuevo proyecto histórico.
Pero, sobre todo, si se espera construir una suerte de “Juntos por la Libertad”, habrá que reinstalar que el centro de la cuestión a definir en el balotaje es el escape de la espiral intervencionista-inflacionaria, que el ministro Massa no ha podido contener o desacelerar. La idea de un gobierno de coalición, que no sólo será liberal en lo económico sino también en lo institucional, debería dar certidumbre democrática.
Es buena cosa que las ideas liberales levanten cabeza en varias partes del continente, pero habrá que evitar el maximalismo, el cesarismo y toda tentación autoritaria. De lo contrario, el experimento puede permanecer nonato, para beneficio de los amigos de los Estados grandes y las sociedades civiles estranguladas.
El autor es escritor y analista político