Al momento de escribir este artículo no se había publicado oficialmente la resolución del Tribunal Constitucional que dictamina que la reelección indefinida no es un “derecho humano”, y que la reelección está limitada a una sola vez. En otras palabras, un ciudadano no puede ser elegido, ergo no puede gobernar un país por más de dos períodos. La noticia es buena, porque nos pone en el camino de la esperanza de recuperar democracia y cordura, y por ende justicia.
De confirmarse esta información, como todos los jueces son masistas, no podemos tampoco confiar en quienes han hecho este último dictamen, y podemos sospechar que tienen fines espurios. La figura es bastante obvia, estos personajes, ahora útiles y serviles al poder de turno, están queriendo cerrar el paso a Evo Morales, el enemigo más ponzoñoso del presidente Arce. Pero en el sistema democrático, hasta la inquina puede convertirse en un ingrediente virtuoso. Los defectos expuestos del contrincante pueden conseguir que solo personas que tengan cierta idoneidad compitan para hacerse cargo del país. Dicho sea de paso eso no sucedió plenamente en Bolivia, aunque de alguna manera sí.
La baja calidad humana de Evo Morales se puso en evidencia cuando expuso sus viles reflejos ante la paternidad (real o ficticia), lo que posiblemente le hizo perder el referéndum de 2016, que era parte del paquete inicial para eternizarse en el poder. De ahí en adelante, él y los suyos se vieron envueltos en una vorágine de ilegalidades, de abusos de poder, de tráfico de influencias para revertir su sino, vale decir irse a casa al término legal de su mandato.
Evo Morales violó la Constitución que él mismo había puesto en vigencia, y llevó al país a una terrible situación de confrontación, su penúltima canallada en el poder fue orquestar un fraude para evitar la segunda vuelta electoral, lo que también en esas circunstancias lo llevaría a quedarse sin la presidencia, y la última fue una fuga, que fue ya sea un acto de despreciable cobardía, o peor uno de perversa manipulación.
Tener a un personaje de esa calaña con la posibilidad de convertirse una vez más en candidato a la presidencia es un insulto para los bolivianos que creen en un sistema democrático.
La angurria de Morales y los suyos ha causado ingentes daños al país, de hecho, inclusive la gestión provisoria de Jeanine Áñez que para algunos fue un pésimo gobierno, vale aclarar que este tuvo lugar solo por la actitud irresponsable y criminal de Morales y quienes armaron todo ese escenario. La señora Añez no había soñado jamás ser presidente de Bolivia, y ciertamente no estaba preparada para ello.
Las maniobras prorroguistas de Morales, nos llevaron a tener un Gobierno inexperto y débil en un momento dificilísimo como fue el de la pandemia, un Gobierno además tabeado por la Asamblea Legislativa que había quedado en manos del MAS, esa responsabilidad, la de no poder enfrentar la pandemia con más eficiencia, también es una responsabilidad del Gobierno que violó la Constitución. Al momento de inscribir su candidatura en el año 2019, Morales salió de la legalidad.
El que Morales no pueda ser candidato a la presidencia es un buen pequeño primer paso, más importante es por supuesto lograr la libertad de los presos políticos que tiene el MAS, la señora Áñez, expresidente constitucional de Bolivia, el señor Camacho actual gobernador del departamento más grande y rico del país, deben ser puestos en libertad, porque no ejecutaron ningún golpe de Estado, y bajo ningún punto de vista interrumpieron la vida democrática de nuestro país, eso lo hizo Evo Morales, el curiosamente ahora enemigo número uno del gobierno del MAS.
Esperemos que en 2024 se den más pasos hacia una recuperación plena de la democracia, y que en 2025, con el MAS fuera del gobierno, vuelva el Estado de derecho al país. Nos lo merecemos todos, y ante todo los presos políticos.
El autor es operador de turismo