Habiendo muerto heroicamente el infatigable coronel Ignacio Warnes en la batalla de El Pari, derribado de su caballo, mientras que el jefe de su caballería y lugarteniente, el cruceño coronel José Manuel Mercado, de manera impetuosa, perseguía a la derrotada caballería realista hasta las cercanías de Peji, cesaría, durante nueve años, la independencia de Santa Cruz de la Sierra. Permanecería obediente a la Corona española, bajo el mando implacable del temible soldado que fue ese otro bravo cruceño: el brigadier Francisco Javier Aguilera.
Mercado, “El Colorao” como se lo conocía, fue, durante gran parte de su carrera militar, un leal compañero de armas y amigo del coronel Ignacio Warnes, hasta su muerte en El Pari. ¿Cuándo se conocerían? Creemos que ni los historiadores lo pueden afirmar, pero suponemos que fue en Buenos Aires. Aunque pudo suceder también en Paraguay o en el sitio de Montevideo, donde Mercado ganó sus primeros galones entre los jinetes que acompañaron a Belgrano, de quien Warnes era muy cercano.
Pero lo que sabemos es que, además, Mercado estuvo en el Segundo Ejército Auxiliar de las Provincias Unidas del Río de la Plata, comandado por Belgrano, que vino al Alto Perú y que participó en las batallas victoriosas de Tucumán y Salta y también en las amargas derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. En esos combates Mercado estuvo junto a Warnes, su superior, aunque, tal vez, ni él ni Warnes sabían que en los ejércitos realistas ya estaba dando sablazos, con bravura, quien sería el enemigo mortal de ambos: Aguilera, aquel criollo leal al Rey.
La caballería de Mercado fue el ardid que tendieron Álvarez de Arenales y Warnes al ejército realista de Blanco, en La Florida, en las playas del Piraí. Dicen algunos libros que El Colorao, bajo órdenes de Warnes, siempre a la cabeza de sus jinetes criollos, atrajo con engaño a la caballería del intrépido Blanco hasta que se encontró aislada del resto de su ejército.
Entonces Warnes y Álvarez de Arenales la aniquilaron. Y, según ha quedado en nuestra historia, Warnes mantuvo un combate singular con Blanco y lo mató, mientras que más allá caía gravemente herido, desangrándose por un lanzazo, el gran estratega de la batalla, Álvarez de Arenales, a quien por fortuna se pudo salvar.
Después de La Florida y de la muerte de Blanco, Santa Cruz quedó a salvo, recuperada nuevamente, pero lo más importante fue que gracias a esa victoria de los patriotas, las Provincias Unidas del Río de la Plata pudieron conservar su proceso emancipador, amenazado desde el norte por los ejércitos españoles. Hubo gran satisfacción y doblaron las campanas en Buenos Aires al conocerse la victoria de Warnes y Arenales en La Florida, al extremo que una de sus principales calles del centro de la capital lleva el nombre de Florida desde entonces.
El “Colorao” no participó en la importante batalla de Santa Bárbara, en Chiquitos, donde Warnes persiguió y venció al ejército real comandado por Altoaguirre, que murió en el combate, y Udaeta que huyó al Brasil.
Ante una campaña que lo alejaba del terruño por tiempo indefinido, Warnes dejó a Mercado como gobernador de la ciudad de Santa Cruz durante su ausencia.
Ya sabemos que el año siguiente, el 21 de noviembre de 1816, los patriotas tuvieron que enfrentar en El Pari, en las afueras de Santa Cruz, a un poderoso ejército realista comandado por Aguilera, el “feroz”, quien llegaba victorioso, tras haberle cortado la cabeza a Padilla en la batalla de El Villar, en Cochabamba. En El Pari, luego de dura lucha –afirman que la más sangrienta que se dio en el Alto Perú– donde murió heroicamente Warnes y combatieron con denuedo Mercado, comandando la caballería, y el muy valiente capitán Saturnino Salazar, a cargo de la infantería, las diezmadas fuerzas de la patria, viendo sacrificado a su caudillo en combate, debieron replegarse siguiendo a Mercado y Salazar, hasta la actual zona de El Trompillo.
Ocupada brutalmente Santa Cruz por el brigadier Aguilera, quien expuso la cabeza de Warnes clavada en una lanza, El Colorao se trasladó hasta Saipurú, en la Cordillera de los Chiriguanos, con algunos sobrevivientes de quienes combatieron en El Pari y con montoneras de indígenas guaraníes que lo acompañaron siempre. Desde allí inició un permanente acoso a Aguilera, que se prolongó durante varios años. Cuando se producía un combate frontal las armas le favorecían al “Feroz” por su tropa profesional y su destreza militar; ante lo que El Colorao optó por el ataque sorpresivo, imprevisto, nocturno, y la retirada rápida, en busca de los montes y las serranías para protegerse. Fue una guerrilla, como se conoce hoy. No obstante, intentó tomar la ciudad de Santa Cruz dos veces, lo que logró la nochebuena de 1818, aunque fue una ocupación efímera.
Después de los desastres del ejército real en Junín y Ayacucho y luego de los posteriores contrastes de los españoles y mestizos en el Alto Perú, Aguilera se vio obligado a abandonar Santa Cruz. El 14 de febrero de 1825, luego de más de una década de guerra, el coronel José Manuel Mercado y su pequeño ejército ocuparon Santa Cruz y él fue proclamado gobernador; el primer gobernador de la Santa Cruz independiente, aunque, de inmediato, fuera reemplazado por órdenes provenientes de los jefes colombianos y altoperuanos. Desde siempre nuestra ciudad debió someterse y obedecer a lo que dictaba el poder lejano.