El cocalero Morales había dicho en agosto que, si mañana se hiciera una elección, él obtendría 60% de los votos, pero ocurre que una encuesta dice que sería justito al revés, que el voto negativo llegaría a 65%.
La semana pasada, la encuestadora Diagnosis medió las preferencias de los electores y encontró que sólo 12% de los encuestados votarían por el cocalero, que 45% no votarían jamás por él y 10% no tendrían ninguna intención de hacerlo.
Se estaría dando un resultado como el que se produjo en Venezuela, con una oposición que llegó a 67%, mientras el candidato oficial obtuvo 30%, aunque el narco poder impide que la voluntad del pueblo se cumpla, por el momento.
Este cruce de preferencias es resultado del proceso de destrucción del país que hizo el MAS desde 2006, y el crecimiento de una oposición firme, sin partido, pero aplastante.
Que exista una oposición aplastante y al mismo tiempo un fraude que da al masismo mayorías inverosímiles es la paradoja de la política boliviana, que los líderes del narco-partido aspiran a imponer en 2025.
El problema para estos canallas es que ahora, con los incendios descontrolados de los bosques a cargo de los asaltantes de tierras y cocaleros en potencia, la oposición ciudadana se ha hecho todavía mayor.
Y que a esto se sumen las causas de pedofilia del cocalero mayor y la corrupción gigantesca que produjo, entre otras cosas, la muerte del sector de hidrocarburos, ha unido a los bolivianos en una sola causa: enviar al masismo a los quintos infiernos.
Las causas contra el partido del cocalero son muchas y se parecen a las que se han abierto contra sus aliados en otros países, los que conforman la “transnacional del crimen organizado”.
Destruir las instituciones democráticas fue la prioridad del masismo, que mató la justicia, sobornó a los militares y corrompió a los policías, mientras, de paso, sin molestarse mucho, destruía el periodismo, usando dinero del narcotráfico.
Quizá la mayor hazaña del masismo sea, además de haber destruido las instituciones y la economía, el haber abatido gran parte de la moral ciudadana y la fe de los bolivianos en la democracia.
Si en 2016 el MAS desconoció el resultado del referéndum del 21 de febrero, en 2019 se pasó por la entrepierna los votos de la elección general, lo que hizo que irrumpiera la mayor protesta ciudadana de la historia del país, tan grande que hizo renunciar y huir al dictador.
El fervor de entonces está ahora intacto. No hay partido todavía, pero hay seguidoras de María Corina Machado que organizan la defensa del voto en las próximas elecciones.
Siglo21bolivia.com
El autor es periodista