La disputa por la candidatura, al interior del Movimiento Al Socialismo (MAS), tiene muchas batallas y varios capítulos.
A principios de año, cuando analizábamos los posibles escenarios políticos, había una coincidencia en torno a que el tema iba a cobrar una importancia de primer orden en la agenda política de 2024. En ese sentido, la denominada “marcha para salvar Bolivia” que parece ser la última batalla, concita la atención incluso de la prensa internacional, por el eventual desenlace que podría producir.
Habiéndose agotado todas las posibilidades por las vías formales para habilitarse como candidato y asegurarse la propiedad del partido, el expresidente Morales, enfermo de poder, decide trasladar su lucha a las calles. Al no tener ninguna posibilidad de influir, como en el 2019, en Tribunal Supremo Electoral (TSE) y en el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), la decisión política de “marchar” devela el último camino que le resta: la lucha por candidatura en las calles.
En todo caso, ante el agotamiento de las otras vías la “batalla” en las calles ya había sido anunciada recurrentemente en la frase “a las buenas o a las malas, seré candidato”. La marcha, paradójicamente denominada “marcha para salvar Bolivia”, tiene indiscutiblemente ese trasfondo. Es la decisión del excaudillo, enfermo de poder, de habilitarse en las calles. Perturbado en las circunstancias actuales de crisis, falta de divisas, inflación y escasez de combustibles —por el mismo provocado—, sueña ser proclamado como el “salvador” de Bolivia.
Aunque en política nada se puede descartar, pues de acuerdo a los intereses los enemigos pueden abruptamente convertirse en mejores amigos. Todo indica que restan pocas batallas para llegar al fin de esta guerra fratricida, donde quizás, las calles se conviertan en el principal escenario.
Oficialmente, esta “guerra” tiene inicio en el Congreso de Lauca Ñ, realizado el 3 y 4 de octubre de 2023. Este conclave, organizado por el ala radical evista, tenía el objetivo de elegir la nueva directiva del partido y el candidato oficial para las elecciones de 2025. En efecto, con esa intención se planificó milimétricamente desde la convocatoria el número de representantes, las acreditaciones y el lugar. Sin tomar en cuenta la instancia obligatoria de las elecciones primarias, es elegido como candidato único y presidente del partido.
Conociendo las intenciones y la desesperación de Morales de proclamarse como dueño del partido y candidato único, el ala arcista sabotea el evento, instruyendo a la dirigencia de las organizaciones matrices fundadoras del partido no asistir al congreso.
Aquí es importante subrayar que, en esta disputa por la candidatura y el control de la sigla, es de fundamental importancia contar con el apoyo de las organizaciones sociales, entre ellas la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb). Es más, anticipándome a un eventual desenlace, podría afirmar que el ganador de esta “guerra” será el que realmente cuente con el apoyo de esas organizaciones. La fuerza de estas, por la cantidad de afiliados, es determinante en las urnas. También en movilizaciones, cuando la política se traslada a las calles.
Ahora bien, luego del Congreso de Lauca Ñ, donde oficialmente el MAS queda partido en dos, los “renovadores” que propician el fin del liderazgo eterno e impulsan la candidatura de Arce Catacora organizaran en contrapartida un gran cabildo en El Alto, dos semanas después.
En el cabildo, organizado para demostrar fuerza y “musculatura” (que tuvo según cifras oficiales, la presencia de más de dos millones de militantes), se exclama de que el instrumento político no es de propiedad de nadie y se acusa a Morales de desestabilizador y “golpista”.
En medio de esta visceral disputa, el TSE, al desconocer el conclave de Lauca Ñ, intentará una reunificación ante el peligro de la proscripción de la sigla, obligándolos a la realización de un nuevo congreso cumpliendo escrupulosamente los estatutos.
Sin posibilidades de acercamiento, por separado, ambos bloques organizaran sus propios congresos. El bloque arcista organizara su congreso el 3 y 4 de mayo en El Alto. En esta ocasión, como estaba previsto, renuevan la directiva del partido. Sin embargo, no obstante, de contar con la supervisión de delegados del TSE el congreso será desconocido. A su vez, el ala radical, intentará realizar su Congreso en Villa Tunari el 4 y 5 de septiembre. Como no tuvo la supervisión del TSE acabo convertido en “ampliado”.
En ese contexto, sin posibilidades de habilitación formal, Morales decide la “marcha para salvar Bolivia”. Quiere forzosamente en las calles imponer su candidatura. La decisión, ciertamente, es compleja y entraña muchos riesgos.
La probabilidad de que su marcha sea exitosa dependerá de la capacidad de convocatoria y la adhesión de otros grupos de la sociedad civil. Claro, del nivel de convulsión también. Si esto no sucede será un fracaso. Talvez, sintiendo aquello, en primera instancia decidió retirarse, aunque luego con muchos libretos teatrales “retornó”.
Si fracasa en la marcha, naufraga también en la última posibilidad de ser candidato. Así, el fin de esta “guerra” se estaría acercado al final, con Morales definitivamente fuera de la carrera electoral.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón