Seguramente ha oído hablar de “seguridad alimentaria”, pero ¿qué significa eso? La seguridad alimentaria implica que haya una oferta suficiente de alimentos en el mercado, sean éstos nacionales o extranjeros, a un precio accesible, de ahí que es posible tener seguridad alimentaria sin ser autosuficiente. Nuestro país, por ejemplo., cada año gasta millones de dólares importando cientos de miles de toneladas de trigo y harina de trigo, entonces, tenemos seguridad alimentaria con productos extranjeros.
Se escucha mucho, también, de la “Bolivia digna y soberana”, pero ¿qué es ser soberano? Entre muchas acepciones, ser independiente y autosuficiente. ¿Podría decirse, entonces, que Bolivia tiene “soberanía alimentaria” en trigo y harina? No, porque, si más del 50% se importa, somos dependientes del abastecimiento externo.
Para que un país goce de soberanía alimentaria, estrictamente hablando, no solo debe ser capaz de producir alimentos por sí y para sí mismo, sino que debe generar excedentes para exportarlos. Ahora… ¿Se puede perder la soberanía alimentaria? ¿Qué, si no hay seguridad alimentaria?
Cuando se pierde la autosuficiencia se debe importar para lograr la seguridad alimentaria, porque, cuando esta se pierde sobreviene la terrible crisis: no hay suficiente alimento en el mercado o sus precios están por las nubes.
En Bolivia tenemos dos buenos ejemplos de lo que es ser soberano en alimentos. En primer lugar está el azúcar, que, a partir de la actividad privada desde hace muchas décadas, no sólo logramos sustituir las grandes cantidades que importábamos, sino que al volvernos superavitarios en su producción pasamos a exportarlo, y a ser un país con amplia soberanía alimentaria en este campo. Sin embargo, “algo” pasó en 2010, cuando sobrevino una crisis alimentaria con el azúcar.
Un precio artificialmente bajo fijado por las autoridades para el mercado interno —entre 3,40 y 3,60 bolivianos por kilo de azúcar— frente a precios altísimos en derredor, alentó su salida de contrabando a países vecinos. La dura lección aprendida fue que el buen deseo del Gobierno de entonces, de impedir su venta a 5,50 bolivianos el kilo para frenar su salida ilegal por una parte, y, el prohibir su exportación a la agroindustria para obligarle a vender el azúcar a un precio subvencionado tan bajo, por otra, pensando en garantizar su oferta en el mercado interno, de nada valió, porque el Estado no pudo controlar su salida de contrabando.
El azúcar “desapareció” del mercado nacional y su precio se disparó a niveles insospechados. Bolivia tuvo que importar más de 90.000 toneladas gastando cerca de 80 millones de dólares en 2011 y el Gobierno tuvo que vender el azúcar importado a 7,50 bolivianos el kilo, algo que la población aceptó, luego de haber aprendido que no hay precio más alto por pagar que el de un producto que no está en el mercado. Sólo cuando el precio subió, bajó el contrabando y no faltó azúcar.
Un segundo caso de soberanía alimentaria en Bolivia es el de la soya pues a partir de su cultivo y procesamiento, por actores privados para obtener aceite, torta, harina, cascarilla, etc., además de sustituir la importación de grasas animales y aceites vegetales, aporta con insumos para producir carnes y lácteos. Es tal su eficiencia y suficiencia, que con el 20% de su producción basta y sobra para el mercado interno. Algo más: la exportación de soya y derivados ha generado para el país más de 20.000 millones de dólares en las últimas cuatro décadas.
Lamentablemente, como pasó con el caso del azúcar, Bolivia vive hoy una situación preocupante en cuanto al abastecimiento de aceite en el mercado interno. Habiendo sido fijado su precio en 11 bolivianos el año 2008, por las autoridades, al mantenerse en tal nivel pese al incesante incremento de costos que asume la industria aceitera, un precio tan bajo está provocando su acaparamiento, ocultamiento, especulación y contrabando a países vecinos donde cuesta tres veces o más al tipo de cambio del dólar negro en Bolivia, por lo que comprar regalado para vender carísimo, resulta un pingüe negocio.
La exportación del aceite fue suspendida (durante 10 días N. del E.) pensando que con ello el mercado interno estará abastecido, pero ¡cuando no se aprende de los errores pasados, se los vuelve a cometer! Sólo sincerando el precio del aceite —como aconteció con el azúcar— el acaparamiento, el ocultamiento, la especulación y el contrabando, desaparecerán.
Castigar al sector privado vetando la exportación y obligarlo a vender más aceite a precio subvencionado por la industria, terminará perjudicando a toda la cadena productiva, el aceite desaparecerá, no bajará su precio, mientras que los contrabandistas y especuladores, ¡felices bailando en una pata!
Las protestas actuales en contra de la jubilación obligatoria a los 65 años de edad tienen, no cabe duda, una motivación económica (las magras rentas del sistema vigente), pero también sicológica (la conciencia de estar más cerca al final del camino). Cuán cerca no lo sabemos, pero la ciencia ha progresado mucho en la predictibilidad estadística de la esperanza de vida individual con base en el estado general de salud, los antecedentes familiares y las enfermedades de base que arrastramos.
Las protestas actuales en contra de la jubilación obligatoria a los 65 años de edad tienen, no cabe duda, una motivación económica (las magras rentas del sistema vigente), pero también sicológica (la conciencia de estar más cerca al final del camino). Cuán cerca no lo sabemos, pero la ciencia ha progresado mucho en la predictibilidad estadística de la esperanza de vida individual con base en el estado general de salud, los antecedentes familiares y las enfermedades de base que arrastramos.
HUMBERTO VACAFLOR GANAM
Los únicos entusiastas candidatos para las elecciones del próximo año son Luis Arce y Evo Morales, enfrascados en una riña de la que probablemente salga triunfante uno de ellos o terminen llevando la rivalidad a las urnas.
El uno, que es ahora presidente, ofrece lo que se ve en sus decisiones de gobierno: más estatismo y, si tiene suerte, más socialismo para llegar, como lo ha dicho más de una vez, a ser igual que Cuba.
Los únicos entusiastas candidatos para las elecciones del próximo año son Luis Arce y Evo Morales, enfrascados en una riña de la que probablemente salga triunfante uno de ellos o terminen llevando la rivalidad a las urnas.
El uno, que es ahora presidente, ofrece lo que se ve en sus decisiones de gobierno: más estatismo y, si tiene suerte, más socialismo para llegar, como lo ha dicho más de una vez, a ser igual que Cuba.
Hay, ciertamente, una extrema propensión a relacionar los ajustes y equilibrios en la economía, ideológicamente, con la derecha neoliberal.
Esta concepción, estrictamente dogmática y teológica, riñe con la razón y el conocimiento. Entiendo que, cuando la economía está quebrada -pues, durante mucho tiempo se gastó más de lo que se tenía-, llega el momento inexorable de hacer ajustes para alcanzar un sano equilibrio en beneficio, sobre todo, de los más pobres.
Hay, ciertamente, una extrema propensión a relacionar los ajustes y equilibrios en la economía, ideológicamente, con la derecha neoliberal.
Esta concepción, estrictamente dogmática y teológica, riñe con la razón y el conocimiento. Entiendo que, cuando la economía está quebrada -pues, durante mucho tiempo se gastó más de lo que se tenía-, llega el momento inexorable de hacer ajustes para alcanzar un sano equilibrio en beneficio, sobre todo, de los más pobres.
Los derechos humanos existen para recordarnos que la condición de persona está por encima de las diferencias que ubican a los seres humanos en distintas categorías de acuerdo a su situación y posición en el mundo.
Los derechos humanos existen para recordarnos que la condición de persona está por encima de las diferencias que ubican a los seres humanos en distintas categorías de acuerdo a su situación y posición en el mundo.
Los resultados de mi estudio “Cuba, ¡no hay Derecho!” disponible en Amazon gracias a la Fundación para los Derechos Humanos de Cuba, han sido presentados en sucesivas mesas de diálogo en profundidad a lo largo de las últimas semanas en distintos lugares del país. Tal actividad ha provocado efectos similares: asombro, incredulidad, indignación y solidaridad con el pueblo cubano.
Los resultados de mi estudio “Cuba, ¡no hay Derecho!” disponible en Amazon gracias a la Fundación para los Derechos Humanos de Cuba, han sido presentados en sucesivas mesas de diálogo en profundidad a lo largo de las últimas semanas en distintos lugares del país. Tal actividad ha provocado efectos similares: asombro, incredulidad, indignación y solidaridad con el pueblo cubano.
En 2016, comunarios de Tiraque, con mucha saña y crueldad, maniataron a un oso de dos años, lo golpearon con palos, lo apedrearon fracturándole la cabeza y le ocasionaron la pérdida de un ojo. Por la edad del oso, bien podríamos definirlo como un oso-niño, pero esto no importó a la exaltada chusma que decidió aquella brutal tortura sólo porque el animal habría (supuestamente) querido atacar a un niño.
En 2016, comunarios de Tiraque, con mucha saña y crueldad, maniataron a un oso de dos años, lo golpearon con palos, lo apedrearon fracturándole la cabeza y le ocasionaron la pérdida de un ojo. Por la edad del oso, bien podríamos definirlo como un oso-niño, pero esto no importó a la exaltada chusma que decidió aquella brutal tortura sólo porque el animal habría (supuestamente) querido atacar a un niño.
GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte. (…) Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. Que no son, aunque sean.
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte. (…) Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. Que no son, aunque sean.
Según la información proporcionada por Global Petrol Prices, al 10 de junio de 2024, Bolivia sigue teniendo los carburantes más baratos de la región, después de Venezuela, que inclusive la ubica a nivel mundial entre los 15 países con los precios más económicos de gasolina y diésel. El litro de gasolina en nuestro país está a Bs 3,74 ($us 0,542) y el litro de diésel a Bs 3, 72 ($us 0,539), cuyos precios no se mueven desde el año 2004, donde el último reajuste lo hizo el expresidente Carlos Mesa.
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El genocidio ejecutado por Israel contra la población civil palestina, aniquilando principalmente a niños y bebés, le ha quitado para siempre la autoridad moral para presentarse como la nación sufrida, el chivo expiatorio de los excesos europeos, y, sobre todo, la mártir colectiva del racismo supragermano que asesinó a millones de judíos, junto a millones de gitanos, homosexuales, comunistas y una amplia gama de opositores al fascismo.
El genocidio ejecutado por Israel contra la población civil palestina, aniquilando principalmente a niños y bebés, le ha quitado para siempre la autoridad moral para presentarse como la nación sufrida, el chivo expiatorio de los excesos europeos, y, sobre todo, la mártir colectiva del racismo supragermano que asesinó a millones de judíos, junto a millones de gitanos, homosexuales, comunistas y una amplia gama de opositores al fascismo.
GARY A. RODRÍGUEZ
Bolivia se ha convertido en un país altamente consumidor de combustibles líquidos extranjeros. En 2005 la importación de gasolina no llegaba a 40.000 dólares y con el diésel gastaba menos de 190 millones de dólares, importándolos. La escalada de compras inició en 2008, llegando el diésel a superar los 700 millones en 2011; rebasó los 1.000 millones en 2021 y 2.000 millones en 2022; por su parte, la gasolina superó los 100 millones de dólares en 2010 y 1.000 millones en 2023.
Bolivia se ha convertido en un país altamente consumidor de combustibles líquidos extranjeros. En 2005 la importación de gasolina no llegaba a 40.000 dólares y con el diésel gastaba menos de 190 millones de dólares, importándolos. La escalada de compras inició en 2008, llegando el diésel a superar los 700 millones en 2011; rebasó los 1.000 millones en 2021 y 2.000 millones en 2022; por su parte, la gasolina superó los 100 millones de dólares en 2010 y 1.000 millones en 2023.