El presidente ruso, Vladímir Putin, se prepara para una larga guerra con Ucrania y Occidente, a lo que obedecería su inesperada decisión de sustituir a su fiel ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, por un economista que se encargará de modernizar la industria militar.
"Es su derecho, si quieren (solucionar la crisis) en el campo de batalla, pues será en el campo de batalla", aseguró este lunes Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso, al intervenir ante el comité de Asuntos Internacionales del Senado ruso.
La bomba informativa que estalló en la noche del domingo tuvo mayor impacto por el nombre de su sustituto, el gris economista Andréi Beloúsov, encargado en el Gobierno de la producción de drones, aspecto en el que Kiev lleva clara ventaja.
Beloúsov, cuya candidatura será refrendada el martes por el Senado, deberá gestionar ahora una economía de guerra con un presupuesto de defensa del 6,7 %, similar al de la URSS en los últimos años de la Guerra Fría.
Shoigú es culpable
Putin defendió siempre de las críticas a Shoigú, quien fue vilipendiado por la ausencia de una clara estrategia en el campo de batalla, especialmente desde que la campaña se estancó en julio de 2022.
Shoigú, que en doce años en el cargo también dirigió la operación militar en Siria, ejerció un papel muy útil para el Kremlin, ya que servía de parapeto ante los ataques de halcones como el fallecido fundador de la compañía Wagner, Yevgueni Prigozhin, que le acusó de "negligencia criminal".
El líder ruso realizó cambios en el generalato después de las retiradas de Jersón y Járkov, y de la rebelión armada de Prigozhin en junio de 2023, pero tuvo paciencia con Shoigú.
Lo que no le perdonó fue la corrupción. La mano derecha de Shoigú, el viceministro de Defensa Timur Ivanov, fue detenido el pasado el 23 de abril pasado tras ser acusado de corrupción a gran escala.
"En el Ministerio de Defensa ha comenzado la limpia, pero ésta continuará", comentó Serguéi Mirónov, líder socialdemócrata y amigo de Prigozhin.
Según los expertos, desde entonces la suerte del ministro de Defensa estaba echada. Se despidió al dirigir en la plaza Roja el 9 de mayo la parada militar del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi.
Un ministro sin pasado militar
Todos los ministros de Defensa de Rusia desde que Putin llegara al Kremlin en 2000 han sido civiles, pero Beloúsov era un candidato más que improbable, ya que no tiene ninguna experiencia militar, según la prensa.
De hecho, en su primera comparecencia pública este lunes ante el comité de defensa y seguridad del Senado, Beloúsov respondió a preguntas sobre los problemas sociales que afrontan los soldados al regresar del frente.
"Él es un civil, no es un militar. Las acciones militares, la operación militar especial, la comanda, la dirige el Estado Mayor General bajo el mando del Comandante Supremo. Aquí no hay ningún cambio, el trabajo continúa. Nadie debería inquietarse", dijo Valentina Matviyenko, presidenta del Senado.
Es un secreto a voces que son Putin y el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, quienes marcan la estrategia militar y las prioridades en el campo de batalla.
El cambio en Defensa coincide con la actual ofensiva rusa en el Donbás y en la región nororiental de Járkov, donde las tropas rusas han abierto un segundo frente al conquistar varias localidades ucranianas.
Menos halcones, más tecnócratas
La decisión de Putin, poco amigo de las purgas en el seno del Gobierno, se suma al sorprendente relevo de Nikolái Pátrushev, una de las figuras más influyentes del núcleo duro del Kremlin.
Pátrushev, uno de los ideólogos de la narrativa de que Ucrania no tiene derecho a existir, dejó de ser secretario del Consejo de Seguridad, puesto que asumirá ahora Shoigú.
El riesgo de los tecnócratas como Beloúsov, no siempre partidarios del uso de la fuerza, se compensa con su eficaz gestión de los recursos y su escasa afición a las conspiraciones, como ocurrió con los generales que apoyaron la sublevación de Prigozhin.
De hecho, el nuevo ministro deberá estrechar los vínculos entre las Fuerzas Armadas y la industria de defensa, que será la locomotora de la economía, ya que de ello depende la victoria en la guerra y la viabilidad de los programas sociales.
Las fabricas de armamento han contratado más de medio millón de personas "en poco más de un año", según admitió hoy el nuevo viceprimer ministro primero, Denis Mantúrov.
Según la prensa rusa en el exilio y el Instituto para el Estudio de la Guerra, todo indica que Putin se prepara para una larga campaña militar que exigirá gestionar de manera muy cuidadosa los recursos estatales, siempre y cuando los precios del petróleo estén por encima de los 60 dólares.