La victoria de Bolivia frente a Chile, por las eliminatorias rumbo al Mundial de Fútbol de 2026, llega a la población en medio de negros nubarrones en su panorama producto de las humaredas causadas por los incendios forestales en el territorio oriental. Por ello, qué mejor metáfora que afirmar que esta victoria llega como un rayo de sol para animar un poco el alicaído espíritu de la población.
Llega, además, en un momento en que suben de tono los conflictos políticos y la presión de la COB a la Asamblea Legislativa para que se aprueben créditos internacionales que podrían revertir en algo la situación económica, además de la disconformidad de varias regiones por los resultados del censo 2024.
Ahora, en el purgatorio estrictamente deportivo, hay que recordar que es la primera vez que Bolivia le gana de visitante a Chile por eliminatorias en toda la historia entre ambas naciones. Y en cuanto a las demás, la Verde llevaba 31 años y 67 partidos de no lograr una conquista fuera de casa, desde aquel glorioso 7 a 1 que le propinó a Venezuela en 1993 y que le valió el boleto al Mundial de Estados Unidos.
Bolivia llegó al partido de ayer después de haberse enfrentado precisamente a Venezuela, a la que el jueves pasado derrotó por 4 a 0, aunque lo hizo en El Alto, cuyos 4.100 metros sobre el nivel del mar eran un pretexto incómodo y espinoso esgrimido por la opinión pública internacional, que, por estos días, mencionaba ese dato para deslegitimar la victoria boliviana. Sin embargo, el 2 a 1 de ayer, en Santiago, fue a 500 metros sobre el nivel del mar, de modo que los comentaristas deberán bregar por otro lado. No hay pretextos.
Y si bien Bolivia ha estado momentáneamente en las dos últimas fechas en el séptimo lugar de la tabla de posiciones y cayendo al octavo cuando los partidos se ponían al día (es decir fuera aún de la zona de clasificación), lo importante es que se trata de una selección que gusta, que pelea, que da batalla y, lo más importante, que deja una esperanza de que se puede seguir machacando por el boleto nuevamente a Norteamérica. Aún no se ha llegado al nivel óptimo y falta mucho por recorrer, pero lo importante es que, finalmente, después de tanto divagar, esta selección ha encontrado el rumbo, lo que no es poca cosa.
En este sentido será clave que el entrenador Villegas mantenga el esquema, que lo mejore y optimice; que los jugadores mantengan su humildad y perseverancia; que las autoridades deportivas den todo su apoyo económico, administrativo, técnico y moral a este equipo, y que la población boliviana le dé toda su confianza y apoyo y que no sucumba muy temprano en las tinieblas del exitismo.
Es nuestra selección, nuestro rayo de sol.