La última celebración del Año Nuevo Aymara Andino Amazónico, nos brinda la oportunidad de preguntarnos respecto del significado y valor de esta fecha en el contexto mundial.
Sin duda que la fecha (solsticio de invierno) del 21 de junio es respetada a nivel regional (muy regional) porque no abarca a la totalidad del territorio patrio, circunscribiéndose en mayor porcentaje a las tierras altas. Por tanto ¿es una fecha definitiva?, ¿es una fecha determinante? La respuesta queda abierta.
Resulta que a nivel mundial existen muchos Años Nuevos, en diferentes contextos y por diferentes motivos. Hagamos un recuento de algunas fechas:
El Año Nuevo Chino, basado en el calendario lunar, suele caer en la segunda luna nueva después de verano boreal (21 de diciembre) y, dado el carácter lunar, no es exacto y suele ocurrir entre el 21 de enero y el 21 de febrero.
También se celebra un Año Nuevo el 14 de abril en Tailandia, Birmania y Camboya.
El Año Nuevo hindú ocurre dos días antes del festival de Diwali, esto es a mediados de noviembre.
Y Nouruz, es el nombre que se da al Año Nuevo en Irán, cada 21 de marzo aproximadamente.
En Etiopia (África) el 11 de septiembre, se celebra el Enkutatash o Año Nuevo Etíope.
Por cierto el Año Nuevo Inca, se celebra el 22 de junio con la fiesta del Inti raymi , especialmente en Cuzco y entre los chilenos mapuches el Año Nuevo (We Tripantu) se da cada 24 de junio.
Como Rosh Hashanah se conoce al Año Nuevo Judío que tiene fecha movible entre septiembre y octubre. Así es que entre el 15 y 17 de septiembre próximos se celebrarán 5.782 años desde la creación del mundo según el calendario judío, y en 2024 eso será entre el 2 y el 4 de octubre.
El Año Nuevo Musulmán cae el 1 de Muharram que en el calendario gregoriano es más o menos el 5 de septiembre, variando año tras año por la mediación lunar.
Lo mismo ocurre con el Losar o Año Nuevo Tibetano, que se da entre diciembre y enero.
Producto de la Revolución Francesa se creó un Calendario Republicano Francés que celebraba el Año Nuevo cada 1 de vendimiario (22 de septiembre) y si hablamos de sociedades esotéricas, los Rosacruces de Amorc, celebran su Año Nuevo entre el 21 y 23 de marzo.
Es menester mencionar al Calendario Juliano de la Iglesia ortodoxa que celebra el Año Nuevo cada 14 de enero.
Por cierto, hay más Años Nuevos en el mundo, pero terminemos mencionando el calendario gregoriano instaurado por el papa Gregorio XIII en 1582. Este calendario es el que nos rige hoy en día virtualmente en todo el mundo y es aceptado así por todos los países del orbe, sobreponiéndose a líneas políticas y religiosas.
Si bien no es muy exacto en términos físico astronómicos, esto se ha subsanado con los llamados años bisiestos.
Es este Año Nuevo gregoriano el más celebrado, con grandes manifestaciones en las principales capitales de los cinco continentes, Y esto, ya resulta de por sí, irreversible.
La aceptación del calendario gregoriano que toma su inicio, supuestamente, con el nacimiento de Jesús, nos señala que estamos en el año 2023 y que nuestro Año Nuevo Universal se celebra cada 1 de enero.
¿Podremos cambiar los festejos del 1 de enero al 21 de junio? Al parecer no. Si bien el 21 de junio aymara merece respeto, tiene otro tipo de sentido en el mundo andino que no concuasa, necesariamente, con un calendario gregoriano al que ya estamos acostumbrados durante varios siglos.
Es que lo hecho, hecho está. Labores académicas de colegios y universidades, transacciones comerciales, tratados, contratos, plazos, etc., en los ámbitos laboral, productivo, económico y político se enmarcan en el gregoriano.
La Revolución Francesa quiso cambiar el calendario, pero no pudo ser. En Bolivia andamos por ahí, pues las celebraciones andinas son más aceptadas y acatadas en esta región y no así en la parte oriental o llanuras selváticas.
En fin, por lo visto hay Años Nuevos para todos los gustos y seguirá siendo así. Aceptemos pues el Año Nuevo Andino Amazónico con respeto y entendiendo que una raya más en el tigre será inadvertida.