Carlos Romero, exministro de Gobierno en el gobierno del cocalero Morales, dice que Bolivia está viviendo ahora la más grande corrupción de su historia.
Según Gerardo García, vicepresidente del MAS, la corrupción se debe a que Luis Arce Catacora es un k’ara.
Los criterios racistas no ayudan para entender fenómenos económicos ni políticos. Hitler tuvo la misma debilidad.
El problema de fondo es que Romero tiene razón. Y ha exhibido los documentos suficientes para demostrar que el país no conoció jamás un grado tan alto de corrupción como el que se vive ahora.
Una explicación de esto propone comparar al MAS con un ejército invasor que está en retirada porque sus propios pecados lo han derrotado. Esas tropas invasoras estarían ahora dedicadas a saquear todo lo que encuentran.
Y, en ese propósito, hacen negociados con la compra de gasolina que provocan una pérdida de 720 millones de dólares para el país, según los documentos de Romero.
En esa misma actitud, este ejército que está de retirada entrega las riquezas del país a un patrón internacional, el imperio de la China, ahora propietario de la industria del oro y del litio en Bolivia.
Las cifras oficiales admiten que en estos meses de 2023 las importaciones de diésel fueron mayores en 32% a las del año pasado, lo que es, en primer lugar, la confirmación de que las denuncias de Romero son ciertas, porque resulta que, curiosamente, no hay diésel suficiente para atender el consumo.
Lo que dice el exministro es que estas compras de combustibles que hace YPFB tienen como destino el contrabando. No llegan ni el diésel ni la gasolina importados en exceso a los surtidores, porque se van directamente a otros países.
Por lo tanto, la corrupción en el Gobierno de Arce se debe a la premura del ejército en retirada, premura que les obliga a no cuidar, en lo más mínimo, las más elementales apariencias.
Muy diferente fue la realidad que existió durante los 14 años del gobierno del cocalero Morales, cuando la corrupción, quizá mayor que la actual (eso lo tendría que medir Romero), fue por decenas de miles de millones de dólares.
La actitud de esos corruptos no era de un ejército en retirada, sino de un ejército invasor, movido por una rapiña descarada, que hizo desaparecer el monto más fabuloso de ingresos que tuvo el país en su historia, superior a los 35.000 millones de dólares.
Quizá Romero tenga que revisar sus cifras antes de entregar la medalla de oro a Arce Catacora.
Pero, eso sí, tendría que evitar criterios racistas.