El Gran Poder, los carnavales de Oruro, Santa Cruz, Cochabamba o cualquiera de las grandes festividades religiosas o folklóricas de Bolivia están precedidas de una rigurosa organización; los preparativos para su realización exitosa conllevan meses de meticulosa planificación.
Con ese mismo esmero y entusiasmo, los bolivianos debemos organizar nuestra participación y control de las elecciones presidenciales del 17 de agosto de 2025, nuestro día “D”. En la condición crítica en la que se encuentra sumido el país, la oposición tiene un reto claro: lograr una candidatura unificada capaz de desafiar al régimen de Evo Morales y Luis Arce Catacora y ganarle la elección como no ha sido posible desde 2005.
Una propuesta clave en este esfuerzo es la organización de unas primarias abiertas de oposición (PAO), un ejercicio democrático que, aunque no está previsto por ley –extralegal, pero no ilegal–, busque elegir a un candidato único e idóneo para enfrentar al MAS. Esto permitiría al electorado opositor concentrar su voto en un solo candidato, maximizando sus posibilidades de victoria, lo que incluye abrir las puertas también al electorado insatisfecho y desilusionado que votó por el MAS en elecciones pasadas.
Una PAO es crucial porque amplía el acceso de la gente a la política y pone fin a las restricciones vigentes que hacen del ejercicio actual de la democracia un privilegio exclusivo de los partidos habilitados por el órgano electoral (TSE), indirectamente controlado por el régimen.
A diferencia de una primaria partidaria, la PAO tiene dos elementos novedosos y vigorizantes: uno, permite votar a todos los ciudadanos (inscritos o no en algún partido político), es decir, con apertura y acceso pleno por la base. Y, dos, en una innovación real, ofrece una apertura y acceso hacia arriba, es decir, abre la posibilidad de que ciudadanos independientes se postulen a los cargos de presidente, senador o diputado sin depender del beneplácito de los caudillos políticos, quienes ejercen la exclusividad y el privilegio de ser los eternos y únicos candidatos de sus partidos, en una democracia restringida.
Así, se promueve más bien una democracia inclusiva, haciendo ejercer su derecho de elegir y ser elegido a todo ciudadano inscrito en el padrón electoral.
Existen dos modalidades básicas para elegir al candidato único de oposición: voto directo y por encuesta. El primero se ha ejercido en Venezuela y de alguna forma también en Argentina recientemente; el segundo se ha empleado en México. En Venezuela y Argentina el candidato único ha ganado las elecciones; en México, la perdió.
Vale hacer notar que el sistema de encuestas favorece a los candidatos tradicionales, ya conocidos por el electorado, mientras que el sistema de voto directo, presencial, digital o mixto, obliga a los candidatos a conducir una campaña de reconocimiento de sus candidaturas, hacerse conocer en sus circunscripciones, ofrecer su propuesta electoral y encontrarse con su electorado potencial cara a cara; en suma, a movilizar a la oposición en las calles, disputándole al MAS el monopolio de su presencia en el imaginario y en el territorio de los votantes opositores.
La segunda y muy importante función de la PAO es constituirse en el gran ensayo previo a la elección general del 2025, donde se definirá el futuro del país. Sería importante realizarlo el próximo 1º de diciembre, coincidiendo con la elección de magistrados y el referéndum anunciados por el Gobierno. Hasta esa fecha, todos los candidatos a la presidencia y a la Asamblea Legislativa debieran esforzarse para darse a conocer y ganar el respaldo del electorado de oposición.
En apoyo a esta iniciativa, pronto se lanzará en el país la App “Yo elijo”, de descarga gratuita, que permitirá a los ciudadanos registrarse en el “padrón de oposición” y poder votar en las PAO de diciembre. Esta herramienta facilitará la participación masiva y ayudará a consolidar una candidatura unificada para las elecciones de 2025.
Y cuando llegue el día de la elección general, la clave para una victoria de la oposición será la movilización masiva de la ciudadanía y un control electoral riguroso, como tan brillantemente se hizo en Venezuela, donde más de medio millón de testigos electorales defendieron el voto opositor al documentar los resultados de cada mesa electoral, asegurando una victoria contundente contra Maduro. Cuento aparte es que él jugó mal.
Es el momento de unir fuerzas y demostrar que la democracia en Bolivia puede ser inclusiva y participativa. Las PAO representan una oportunidad histórica para que la oposición presente una alternativa sólida y legítima al país. Larguemos la carrera por la presidencia y la Asamblea Legislativa para salvarnos de la ineptitud y corrupción de quienes se han apropiado del MAS y de sus avatares disfrazados de oposición.
El autor es catedrático, fue alcalde de La Paz y ministro de Estado.