El republicano Donald Trump y la vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, tienen como punto de encuentro en las elecciones presidenciales estadounidenses eliminar el impuesto a las propinas para atraer el voto de trabajadores como los del estado clave de Nevada, una promesa difícil de cumplir, pero que se ha convertido en una de las iniciativas más atractivas de su programa económico en la región.
Mía Silva, una barman de 51 años originaria de Venezuela y residente en Las Vegas, gana el sueldo mínimo (que en Nevada es de 12 dólares la hora) trabajando en un reputado restaurante ubicado en la famosa franja de casinos y hoteles. Según relata, el 90 % de sus ingresos provienen de las propinas.
Silva, que no pertenece a ningún sindicato, ha tenido que buscar un segundo trabajo porque lo que gana "no es suficiente", cuenta a EFE.
"Nosotros dependemos de las propinas y si no nos va bien con ellas la verdad no hacemos nuestro día", comenta la mujer, a quien le parece una "buena idea" que este impuesto sea eliminado de su nómina y quien ve en Trump más posibilidades de que mejore la economía: "Si Biden y Harris no han hecho nada en cuatro años, ¿qué van a poder en los siguientes cuatro?", dice.
En junio, el expresidente republicano (2017-2021) propuso tal iniciativa en Nevada, un estado muy disputado para las presidenciales estadounidenses y en el que alrededor del 17 % de sus trabajadores se ganan la vida con propinas, según el Centro de Investigación Empresarial y Económica de la Universidad de Nevada, Las Vegas.
Dos meses más tarde la vicepresidenta y candidata demócrata se sumó a dicha promesa en ese estado donde ambos tienen una apretada batalla para conseguir el apoyo de los seis representantes del Colegio Electoral que le corresponden a Nevada y en donde actualmente Harris aventaja al republicano solo por un punto porcentual, según la media de sondeos de la web FiveThirtyEight.
Una promesa "confusa"
Kenneth Miller, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Nevada, cree que a menos de un mes de las elecciones del 5 de noviembre "la inmensa mayoría de votantes ya saben por quién van a votar, y ninguna propuesta política les convencerá".
Además considera que el hecho de que ambos candidatos hayan propuesto lo mismo hace que el mensaje sea "un poco confuso o turbio".
"Las propuestas de no gravar las propinas son las que tienen menos probabilidades de sobrevivir en el Congreso. No hay una buena oportunidad de que realmente veamos que eso suceda", explica en una entrevista con EFE.
El reto, según la publicación de negocios canadiense BNN Bloomberg, es escribir una ley que equilibre la oferta de máximo beneficio para los trabajadores y al mismo tiempo garantice que no se convertirá en una herramienta para los evasores fiscales.
Además, el beneficio de una propuesta así sería muy limitado. Un estudio reciente del Laboratorio de Presupuesto de la Universidad de Yale arrojó que sólo el 2,5 % de los trabajadores de todo EE.UU. se beneficiarían de una política de cero impuestos sobre las propinas.
Como Silva, George Escarero, un mesero de convenciones en Las Vegas y miembro de la Unión de Trabajadores Culinarios, también depende de las propinas en el día a día. Cree que el gobierno no debería cobrarles lo que considera "un obsequio por sus servicios" que decide darle el cliente y aunque le entusiasma dicha promesa, no es la que definirá su voto por Harris.
"Mi preocupación número uno es trabajar para que no muera el sindicato", relata a EFE, y asegura que sus derechos podrían verse coartados de llegar a la presidencia alguien como Trump, quien ha expresado en ocasiones su rechazo por los empleados sindicalizados.
Escarero es parte del "ejército" de trabajadores de la Unión que diariamente recorren casas de votantes sin importar las condiciones climáticas que azoten la ciudad desértica para convencerlos de que apoyen a Harris y a la legisladora Jacky Rosen, candidata demócrata en Nevada para el Senado de EE.UU..
Pero su preocupación central está en el tema económico y de vivienda, por lo que una de las propuestas de Harris que más le interesa es la de establecer un crédito fiscal de hasta 25.000 dólares para ayudar a quienes compren una casa por primera vez a cubrir el pago inicial.