Los pueblos originarios celebran cada 21 de junio el Año Nuevo Andino. Este festejo tiene un profundo significado cultural y espiritual, pues se rinde tributo al sol y se recuerda la importancia que tiene en el ciclo de la vida en la tierra y para todos los seres vivos que la habitan.
La celebración de Año Nuevo Andino se denomina Willca Kuti, en aymara, e Intiwatana, en quechua. Se interpreta como “sol vuelve siempre, no te vayas y amarrar al sol”, respectivamente, eso porque hay la sensación de que el sol se aleja, indica el antropólogo e intelectual quechua José Antonio Rocha.
La celebración coincide con el solsticio de invierno, tiempo en que la posición del sol se encuentra a la mayor distancia del hemisferio sur de la tierra.
“El Intiwatana o Wilca Kuti es un homenaje al sol, en el que solicitamos su energía, y para recordar que dependemos de él: si no hay sol, no hay vida. Y para eso hay un día marcado, aparejado con ciclos de la tierra. Ahora la tierra descansa, no hay producción agrícola, pero ya empezaremos a trabajar y para que la cosecha sea provechosa rendimos tributo”, dice Rocha.
Para la cosmovisión de los pueblos originarios, en esta época el sol está perdiendo fuerza, está débil, por lo que la celebración del Willca Kuti o Intiwatana se realiza para darle energía con el sacrificio de una llama y con la exposición de las manos para transmitirle la energía de los humanos al astro, pero también se recibe energía de él, por lo que también es un acto de reciprocidad, explica el sociólogo y docente de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) Andrés Pérez.
“El Intiwatana es difícil de interpretar, pero quiere decir que el sol está desfalleciendo, está perdiendo fuerza y el 21 de junio nace un nuevo sol y su fuerza va a crecer, es como los pueblos originarios lo interpretan y se traducen de esa forma. Los humanos hacemos un sacrificio para buscar el equilibrio para el nuevo sol”, explica Pérez.
La wilancha o sacrificio de una llama también es para dar energía al sol, porque la sangre significa vida. Este ritual es complejo, respetuoso y sólo lo pueden hacerlo los amautas. “Dentro de las figuras míticas, la llama representa el calor en la época de frío. Es necesario que le aportemos calor a la tierra, eso está representado por la sangre. Entonces esta dualidad entre lo frío y caliente. En mi primer ritual, me tocó abonar la tierra con los intestinos de la llama, es una conexión con el Ukhu Pacha, es un momento de encuentro con entidades muy fuertes entre Janaj Pacha, Kay Pacha y Ukhu Pacha (los tres mundos andinos), esto hace que este ritual tenga un carácter muy fuerte”, afirma el sociólogo.
Para Pérez, el sol es una entidad poderosa y nadie puede dudar de su energía, por ello era muy importante para los pueblos originarios. Para los quechuas, el inca —su principal autoridad— era hijo del sol. Pero además el astro era y es fundamental para la agricultura.
“Se trata de la entidad más fuerte del mundo andino amazónico y de todo el mundo porque sin él no habría absolutamente nada. En este momento en el cual la fuerza del sol decae, los humanos hacemos un sacrificio y vamos a buscar el equilibrio para el nuevo sol”, explica Pérez.
El recibir un nuevo sol en el Año Nuevo Andino también tiene que ver mucho con la cosmovisión de los pueblos originarios de cumplir los ciclos o etapas de la vida.
“En la vida hay tiempos de inicio, desarrollo, declinación y otra vez vuelve a empezar ese proceso. Así como las fases de la luna, la vida humana, animal y vegetal también se desarrolla en ciclos y se renuevan. Nace otra etapa, entiendo así el nombre del Año Nuevo Andino Amazónico, pues es un momento importante en la vida de los seres humanos, de las plantas, animales de todo el cosmos”, explica Rocha.
En esta celebración, se levantan las manos para recibir los primeros rayos del sol y su energía. “Levantamos las manos para que no nos falte su energía, necesitamos la energía para la vida, ”, detalla el antropólogo.
Para Rocha, el ser humano recibe energía de la tierra o del sol por la cabeza y los pies. “Somos parte de este cosmos y por tanto necesitamos estar en contacto con la tierra, es vital esa unión tan importante. Esa unión puede romperse por la nueva forma de vida que nos hace perder la cercanía con la naturaleza”, dijo.
Según la NASA, nada es más importante para la biología terrestre que el sol. Sin su energía, el calor y la luz que brinda, la vida tal como se la conoce ahora no podría existir en la tierra.
El astro calienta el agua de los mares, mantiene la atmósfera en movimiento, genera las estaciones del año a medida que la tierra gira alrededor de él y da energía a las plantas, proporcionando alimento para humanos y animales, así como el oxígeno necesario para respirar.
Pero antes de que lo dijeran la NASA y los científicos, los pueblos originarios de América ya lo reconocían así hace miles de años y por ello le rendían tributo.
Incluso el sol es vital para la salud de los humanos, pues su luz mejora el estado de ánimo, disminuye la presión arterial, fortalece los huesos, músculos e incluso el sistema inmunológico, por lo que es necesario una breve exposición diaria para obtener estos beneficios.
COSMOVISIÓN
Las cosmovisiones de los pueblos indígenas son fundamentales para comprender su identidad y filosofía de vida. Estas visiones del mundo se basan en una conexión profunda y espiritual con la naturaleza, donde se reconoce la coexistencia de diferentes niveles de realidad, como el mundo celestial y el subterráneo. Estos niveles son considerados esenciales para el equilibrio y bienestar del mundo tangible, y se busca vivir en armonía y reciprocidad con ellos. A diferencia de la perspectiva occidental, que tiende a ser más utilitarista y a menudo ve a la naturaleza como un recurso a explotar, la cosmovisión indígena la considera un ente con el que se debe coexistir respetuosamente, siendo este respeto un pilar de su cultura y entendimiento del cosmos.
Pérez considera que es necesario revalorizar esa cosmovisión indígena de respeto y armonía con la naturaleza para restaurar el daño ambiental que hay en la tierra, por lo que ahora ha surgido una nueva tendencia de globalizar las civilizaciones ancestrales, que ha despertado interés en los jóvenes. “Ha llegado el momento de que volvamos a ver a otras civilizaciones que convivieron con la naturaleza”, dijo.
SUDAMÉRICA
Cada año, entre el 20 y el 24 de junio, los pueblos originarios de Sudamérica celebran el proceso de renovación de energías de la tierra, en el que se regenera la vida y el tiempo, y con ello, el ser humano. Las celebraciones más grandes se realizan en Bolivia y Perú, pero también hay actos en Chile, Argentina, Ecuador, Colombia y otros países.
Este proceso de recambio se considera como el inicio de un nuevo ciclo en la naturaleza, y es denominado por los pueblos originarios como Wiñol Txipantu para los mapuches; Willka kuti para los aymaras; Inti Raymi para los quechuas, Aringa Ora o Koro para los rapa nui, y que se vincula al Solsticio de Invierno.
El 24 de junio 1998 fue declarado como el Día Nacional de los Pueblos Indígenas de Chile considerando que, en esta fecha, la cosmovisión de los pueblos originarios contempla rituales y ceremonias espirituales de renovación y purificación correspondientes a un nuevo ciclo de la vida ligado a la naturaleza que renace o se renueva.
BOLIVIA
En Bolivia, el Año Nuevo Andino Amazónico y del Chaco 5532 se celebra el 21 de este mes en más de 200 sitios sagrados del territorio nacional.
“Para nuestros pueblos, el Willca Kuti representa un momento de renovación y esperanza, un símbolo de la continuidad de la vida y de la conectividad profunda con la Pachamama, un momento para renovar energías y fortalecer la identidad cultural”, destacó la ministra de Culturas, Esperanza Guevara.
El acto central de la celebración del Año Nuevo Andino Amazónico y del Chaco se desarrollará en el Templo de Kalasasaya, en Tiwanaku.