Después de la conmemoración del Primero de Mayo, un día de lucha de las trabajadoras y trabajadores de todo el mundo, es importante continuar reflexionando sobre los retrocesos, avances y deudas pendientes, sobre la desigualdad de oportunidades y de salarios.
Es por ello que, en esta ocasión me referiré al trabajo no remunerado, en el que la mayoría de las mujeres se encuentran insertas (por no decir todas). Es importante mencionar que, dentro del paraguas de la no remuneración, existen muchos trabajos no reconocidos, trabajos que han sido naturalizados por el “sexo” de las personas. Para este escrito, se desarrollará un poco de algunos que nos convocan, como ser trabajo doméstico no remunerado y trabajo de cuidados no remunerado.
Esta naturalización de trabajos, ha creado un discurso ligado al amor, la generosidad y abnegación, sentimientos que las mujeres tendrían por estar relacionadas a lo afectivo, a este sacrificio por la familia, por las hijas y los hijos.
Uno de ellos es el trabajo doméstico no remunerado, que básicamente es una responsabilidad dedicada a actividades como la administración del hogar, con la compra de alimentos, materiales de limpieza, utensilios de uso hogareño, pero también es la limpieza de la casa, cuidado de la ropa, la preparación de los alimentos (desayunos, almuerzos, cenas, meriendas) de las personas que componen la familia, de mascotas.
Y el otro son los trabajos de cuidados no remunerados, éstos son la atención a bebés, infantes, personas adultas mayores, con discapacidad o enfermedades, aunque también es el cuidado de personas que no necesitan ninguna atención especial, pero que necesitarían algún tipo de apoyo.
El tiempo de encierro mundial por la Covid-19 puede haber sido unos de los momentos en lo que debimos reconocer los trabajos de cuidado dentro los hogares. Las mujeres de las familias, abuelas, madres e hijas tuvieron que invertir mayor tiempo en la crianza, maternidad, limpieza, cocina, atención de otros miembros del hogar. Además de intentar continuar con sus trabajos, educación y contención emocional.
Estos trabajos no remunerados han sido feminizados, además que los han invisibilizado, olvidado y romantizado, pues no son tomados en cuenta para los análisis macroeconómicos. Este ignorar la contribución de las mujeres a la economía nacional a través de los cuidados es una deuda pendiente con las mujeres, es importante denunciar este “impuesto oculto del amor” al que están sometidas y no reconocidas.
Finalmente, cabe mencionar que “si el trabajo de cuidados no existiría, colapsarían las economías”.
La autora es socióloga