La Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) lanzo un estudio el 2021 titulado: a Net Zero by 2050 – A Roadmap for the Global Energy Sector (Carbono Neutral al 2050 – Una hoja de Ruta para el Sector Mundial de la Energía). Este reporte sorprendió a gran parte de la comunidad energética global por su drasticidad, irresponsabilidad e inaplicabilidad.
El reporte de la IEA, en su acápite concluyente indicaba que, “a partir de 2021 no deberían aprobarse ni ser necesarias nuevas inversiones en exploración y explotación de hidrocarburos a nivel global para alcanzar la meta de Carbono Neutral (Net Zero) el 2050”.
Bueno y es que meses después llego la afanada cumbre del clima en Glasgow donde los radicales pedían lo mismo que la AIE, es decir que el mundo deje de producir combustibles fósiles muy rápidamente y se transite de la noche a la mañana a las energías renovables intermitentes.
En Glasgow, acontecieron cosas interesantes. Varios países, por ejemplo, no enviaron a sus máximas autoridades, tal es el caso de China y Rusia. Y es que China entiende que no puede cambiar con un chasquido de dedos una economía basada en carbón, gas y petróleo a nuevas energías, además, intermitentes. Después vino la invasión de Rusia a Ucrania y los europeos se llevaron todo el gas natural licuado (GNL) que quedaba disponible en el planeta.
Bueno, Glasgow y la invasión a Ucrania fueron en cierto modo dos eventos más para aterrizar en el pragmatismo y entender que los países y los habitantes del planeta no quieren quedarse sin energía y, además, tampoco quieren energía con precios elevados, en especial los países menos desarrollados que son los que menos contaminan. Los que protestaban y aún protestan, todavía no entienden tres aspectos fundamentales de la demanda de energía a nivel mundial.
Primero, que el planeta está cada vez más poblado y necesita más energía para este crecimiento vegetativo. Segundo, todos los países, sin excepción, quieren que su crecimiento del PIB sea lo más alto posible, de manera de otorgar mayor bienestar a sus ciudadanos, y para eso es necesaria más energía, y competitiva. Tercero, un ciudadano chino que aún vive con arroz y una bicicleta quiere vivir como un texano con una pick up truck de 6.000 CC y comiendo steaks de 600 gramos. Es decir, necesitamos más energía y accesible económicamente para ellos también.
Finalmente, Glasgow y la invasión a Ucrania sirvieron para consolidar al gas natural como el energético más importante de la transición energética y clave para la descarbonización del planeta.
Datos de 2019, revelan que Estados Unidos generó 23% de la electricidad con carbón, la Unión Europea lo hizo con el 16% y China el 65%. América Latina tiene una base hídrica y térmica con gas natural siendo una de las regiones menos emisoras del planeta con 5% de su generación eléctrica a carbón. El primer gran paso que tienen que dar estos países es cambiar del carbón al abundante, competitivo y limpio gas natural. No hay de otra y eso bajará mucho el volumen de las emisiones.
Es que las renovables no van a reemplazar al carbón ni van a dar respaldo para la demanda de un crudo invierno. La única forma de descarbonizar el planeta es usando más gas natural y reemplazar al carbón e ir introduciendo energías renovables intermitentes.
Y así acontece hoy en día en Chile. Los chilenos se han entrampado en una especie de mind set (mentalidad) y que únicamente se debe impulsar y construir proyectos de energía solar y eólica. Pues el modelo chileno va haciendo aguas porque no se han reforzado las líneas de transmisión oportunamente, ni se ha provisto de respaldo a estos abundantes proyectos solares y eólicos intermitentes.
Y lo que es peor, es que la sociedad chilena quiere energía solar y eólica 24 días al año y siete días a la semana, pero no quiere pagar incrementos tarifarios por el respaldo que se necesitan para estas energías intermitentes. El Gobierno actual está bastante entrampado. Mientras, las plantas a carbón siguen despachando, pero la sociedad se opone a que el gas natural (vía GNL o procedente de Argentina) sea el respaldo que necesitan los proyectos eólicos y solares intermitentes y abaraten los costos de energía.
Por lo expuesto, es que el soberano del planeta para la descarbonización del planeta es y será el gas natural por muchas décadas, guste o no guste. Chile debe entender esta realidad.
El autor es exministro de Hidrocarburos de Bolivia y Actual Socio Director de Gas Energy Latin America