Autoridades argentinas deciden comprar el gas a empresas petroleras que operan en Bolivia, pasando por encima de YPFB; los radares comprados en 2014 no operan, aunque se ha pagado 119 millones de euros; no hay diésel en Santa Cruz ni gasolina en Chapare, mientras se organiza el sindicato de revendedores de gasolina en Pando.
La lista de los absurdos que están ocurriendo en el país es mucho más larga, pero el momento se hace dramático cuando el presidente Luis Arce se ocupa sólo de entregar edificios a los capos de los sindicatos afines al gobierno o regalar autos robados en Chile.
YPFB les debe desde septiembre a las empresas petroleras que producen el gas de exportación, lo que perjudica a la producción, y es la razón por la que la estatal Enarsa de Argentina decidió negociar directamente con Repsol, Pan American Energy y Tecpetrol para asegurarse recibir gas en el invierno. Los argentinos quieren que los pagos que hagan por el gas lleguen a las productoras, y no queden en manos de YPFB.
Dice el ministro de Defensa que los 13 radares comprados por el gobierno del cocalero Morales están encendidos desde diciembre pasado, pero no sirven para detectar a las avionetas del narcotráfico porque no existen las normas. Además, aunque no lo dice el ministro, ocurre que la FAB no tiene aviones para, eventualmente, interceptar las avionetas de la droga que operan en 885 pistas clandestinas. Pero se ha pagado hasta ahora 119 millones de euros por los radares. Lo único que perjudica a los narcos es el mal funcionamiento de sus avionetas, o que sus pilotos son muy novatos, y se van a pique.
El país se derrumba y sólo falta que se haga la declaración formal de que Bolivia es ya un “Estado fallido”, lo que no preocupa al presidente Arce, lanzado desde ahora a su campaña para las elecciones de 2025, que quizá no se lleguen a realizar, como van las cosas.
A propósito del gas, el cocalero Morales dice ahora, en su estilo ladino, que Luis Arce no estaba de acuerdo, en 2006, con lo que iba a llamarse la “nacionalización” del petróleo, aunque en realidad consistió en pequeños cambios en los contratos con las petroleras.
Arce tendría que sentirse orgulloso de haber pensado así, sobre todo porque, debido a aquella “nacionalización”, ahora se acaba el gas descubierto por los “neoliberales” y el país tiene que importar casi toda la gasolina y el diésel que se consume.
Pero Arce está en campaña. Sigue hablando del “golpe” de 2019 y se sigue ufanando de la “nacionalización”.
Es difícil pedirle a un candidato tan activo que se dedique a gobernar el país.
El autor es periodista