Felicidades a los pocos periodistas que están atestiguando nuestros tiempos e informado sobre lo que sucede. A los que todavía se dan la tarea de descolgar el teléfono y verificar una noticia con dos fuentes. A los que todavía contrastan contenido que les llega de las agencias de noticias o de las empresas de gestión de relaciones públicas.
Felicidades a los que todavía están dando la pelea en un mundo que ha olvidado el valor de la verdad.
La verdad ya no importa, importa el entretenimiento, o cuán viral eres. Resulta curioso pues que a un periodista se le “paga” con una salteñita cuando cubre un evento, pero se le paga quinientos dólares, o más, a un influencer que se encargará de hacer la cobertura.
Entonces, hoy qué importante es destacar a los pocos Periodistas (así con mayúsculas) que existen, que han estudiado para ello, que se preparan, y que no tienen miedo a preguntar, a decir o hacer las gestiones necesarias para sacar la verdad a la luz.
Se romantiza la idea del periodismo. Todavía se citan frases de grandes pensadores, pero la realidad es muy diferente a lo que los libros dicen.
El mercado laboral, el salario, y las condiciones en las que trabajan los periodistas hacen que sea una de las últimas profesiones que alguien elige, porque si no estás dándole gusto al gran público usando una mini, o profundizando el escote para emitir una noticia, entonces no eres “periodista”.
En un mundo donde ser viral es lo más importante, qué bueno que existan pocos periodistas que todavía estén dando la pelea. Esos son los periodistas que buscan la verdad.
Haga la prueba. Dedíquese una semana a decir la verdad a sus allegados, sin filtros, sin vueltas. Vea qué pasa.
Si alguien le pregunta si ha bajado de peso y encuentra que no, que está más bien gorda, ¿se lo diría? ¿Sin rodeos? ¿Se animaría a decirle a su esposa que ese corte de cabello le queda fatal?
Parece que no estamos acostumbrados a LA verdad. Y la disfrazamos. Algo así sucede con las redes y las fotos. Las retocamos y las pasamos por tantos filtros que terminamos sin arrugas, esbeltos y jóvenes.
Pasa lo mismo con las noticias. En lugar de preferir la verdad a secas, buscamos el entretenimiento y llenamos de likes a los memes.
Por eso, y como dice la Fundación Gabo, para “los periodistas la palabra verdad significa fidelidad a los hechos sobre los que se informa. Otro es el sentido que le dan a la palabra verdad los filósofos, las religiones o los científicos. Las del periodista son las verdades humildes de los hechos de cada día”. De ahí que valorar su trabajo, más allá de la salteñita: es una urgencia.