Chile fue de nuevo a las urnas para dirimir su proceso constituyente, esta vez para elegir un Consejo Constitucional donde la izquierda resultó derrotada nuevamente. Como de costumbre, muchos medios hablaron de un ascenso de la “derecha extrema” o “ultraderecha”, en relación con el Partido Republicano (PR) de José Antonio Kast, con un tremendismo que no suelen aplicar a las formaciones de la izquierda radical.
Más sencillo y exacto sería hablar de conservadores (PR) y liberales (Chile Seguro). Ambas fuerzas sumarán 33 de los 51 asientos del Consejo Constitucional, asegurándose el quórum de 3/5 que será la llave para la redacción de la nueva carta magna que, con esta correlación, no diferirá de la actual en temas fundamentales.
El votante parece haber dicho: nada de experimentos dirigistas que nos alejen de la economía de mercado y, más aún, nada de ensayos etnopopulistas. Con este último punto fracasa otra vez el intento de exportar el modelo plurinacionalista desde Bolivia, cometido en el que hasta no mucho tiempo atrás estaba implicado el exvicepresidente Álvaro García Linera.
Otro intento fallido, que se impulsaba por la vía de la agitación, fue el de la influencia estratégica que pretendió ejercer Evo Morales sobre la agenda política del Perú, sobre todo en el sur de ese país.
El plurinacionalismo, bueno es aclararlo, no es el resultado endógeno de ninguna descolonización, sino un producto europeo importado por los asesores españoles de Podemos, que tanto tuvieron que ver con las nuevas constituciones latinoamericanas de comienzos del siglo XXI. Tampoco fue su invención, se trataba de un refrito de las teorías del austromarxista Otto Bauer, pensadas en tiempos de la disolución del imperio de los Habsburgo.
Vistos los tropiezos de quienes encabezaron el régimen de los 14 años, sería bueno que el “neomasismo” de Luis Arce desista de exportar ideología y se enfoque en desbloquear las exportaciones agroindustriales, trabadas por un sistema de cupos y prohibiciones que no ayuda a traer las divisas que la economía boliviana necesita para estabilizarse.
Volviendo a Chile: Gabriel Boric suele dar señales para diferenciarse de otros integrantes de su bloque continental, jugando a ser la “izquierda democrática” con críticas a la dictadura de Nicaragua (que no extiende a Cuba). Pero en la medida en que el proyecto constituyente refundacional o socialista acabe de truncarse, habrá que estar atentos a lo que ciertos autoritarios en el entorno de Boric puedan sugerir, en cuanto a una radicalización de facto o a un Gobierno que imponga los cambios por decreto.