No siempre llega la calma depués de la tormenta. En algunos casos, le siguen fenómenos aun más peligrosos, como los huracanes. Este es el tránsito que parecen estar recorriendo los medios de comunicación en Bolivia: de la tormenta perfecta, como la que provocó el cierre definitivo del diario Página Siete, a las huracanadas que amenazan cada vez más y con mayor fuerza no sólo a uno u otro medio, sino también a la prensa en su totalidad.
El caso de Página Siete no es el primero registrado en los últimos 20 años, pero sí un caso emblemático: en 13 años de vida, el diario paceño logró ser un referente del buen periodismo, con énfasis en el periodismo de investigación que le permitió revelar hechos de corrupción y violaciones de derechos humanos protagonizados principalmente por el gobierno central, su partido y las instituciones públicas u organizaciones de la sociedad civil controladas por el Ejecutivo nacional y el MAS.
El cierre de Página Siete fue señalado como resultado de una tormenta perfecta, en la que confluyeron varios factores: el acoso político alentado desde el oficialismo, el bloqueo de la pauta publicitaria estatal y la merma de los auspicios del sector privado, además de los cambios en los hábitos de consumo de información. En el listado, falta un factor clave, no expuesto por los propietarios del diario paceño: ineficiencia en la administración interna y fallas graves en la atención de sus diferentes públicos, entre ellos los trabajadores.
Este último un factor determinante, responsable no sólo de la dificultad de enfrentar y superar los obstáculos impuestos por el régimen masista, sino también de mantener en la indefensión y abandono a 70 trabajadores que quedaron desempleados de la noche a la mañana, después de haber soportado siete meses de laburo sin percibir sueldos. Abandono que continúa hasta hoy y que ha obligado a los extrabajadores de Página Siete a iniciar al menos tres procesos judiciales en contra de los dueños del diario.
Ya no se trata de una tormenta perfecta, tras la cual se supone que tendría que llegar la calma, sino y definitivamente de una huracada de esas que no deja vestigios tras su paso, como lo reflejan los testimonios compartidos por los extrabajadores de Página Siete. Acá da para repetir las críticas, cada vez más númerosas y duras, hechas a los políticos de oposición: no son consecuentes ni coherentes con lo que dicen defender, y parecen haber nacido el año pasado. Su actuación da a entender que desconocen al monstruo que se enfrentan.
Un absurdo imperdonable si consideramos que van casi dos décadas del ejercicio abusivo del poder por parte del MAS. Un abuso que ha dejado, y sigue provocando, víctimas fatales y cientos de otras sometidas a un doloroso viacrucis. Absurdo que se repite en medios de comunicación que, al igual que lo visto hoy en el caso de Página Siete, están cometiendo graves errores en su administración y, peor aun, sometiendo a sus trabajadores a tratos injustos que profundizan la precaridad laboral en la que desempeñan sus tareas.
Ya no se trata apenas de un problema que afecta a los medios de comunicación. Se trata de un drama que está matando al capital humano esencial para el ejercicio de una prensa libre, garantía para la vida en democracia: a los trabajadores de la prensa, a los obreros de la información. Son éstos los que están cargando con las consecuencias de esas tormentas perfectas o huracanadas, mientras que los dueños de los medios pueden salvar el pellejo.
Una realidad que parece estar lejos de ser modificada, superada, si no somos capaces de ver el problema de fondo y de reconocer que, si bien hay una causa o responsabilidad principal del Gobierno y su partido en estas tormentas o huracanadas, hay también una gran responsabilidad en los propietarios de los medios de comunicación y en la sociedad civil, en la que hay que incluir a empresarios, profesionales y políticos que se autodefinen como opositores al régimen.
Ojalá haya un cambio, urgente, antes de que enfrentemos mucho más que huracanadas.
CARLOS DERPIC SALAZAR
A la edad de 59 años, un infarto cardíaco segó la vida del conocido periodista Cándido Tancara. El director de Brújula Digital, Raúl Peñaranda, contó que, 20 minutos antes de morir, Cándido envió el último artículo que editó para ese periódico digital en demostración de la disciplina que le caracterizaba; previamente habían coordinado sus tareas para el sábado 29 de junio. Según Peñaranda, Tancara no conocía lo que era descansar y tal vez eso tuvo que ver con su partida prematura de este mundo.
A la edad de 59 años, un infarto cardíaco segó la vida del conocido periodista Cándido Tancara. El director de Brújula Digital, Raúl Peñaranda, contó que, 20 minutos antes de morir, Cándido envió el último artículo que editó para ese periódico digital en demostración de la disciplina que le caracterizaba; previamente habían coordinado sus tareas para el sábado 29 de junio. Según Peñaranda, Tancara no conocía lo que era descansar y tal vez eso tuvo que ver con su partida prematura de este mundo.
La más reciente crisis política (cuya naturaleza y alcance aún no se conoce por completo), protagonizada esta vez por el excomandante del Ejército boliviano, ha precipitado el agravamiento de los problemas económicos y develado una vez más las serias contradicciones y debilidades de nuestra institucionalidad estatal.
La más reciente crisis política (cuya naturaleza y alcance aún no se conoce por completo), protagonizada esta vez por el excomandante del Ejército boliviano, ha precipitado el agravamiento de los problemas económicos y develado una vez más las serias contradicciones y debilidades de nuestra institucionalidad estatal.
VERÓNICA ORMACHEA
¿Dónde se ha visto que el presidente de un país instruya a su jefe del ejército que saque tropas y tanques y rodee el palacio de gobierno para subir su popularidad ya que la crisis económica es insostenible?
¿Dónde se ha visto que el presidente de un país instruya a su jefe del ejército que saque tropas y tanques y rodee el palacio de gobierno para subir su popularidad ya que la crisis económica es insostenible?
Nuestros padres nos han enseñado la diferencia entre estar en la casa y salir. El primero un lugar seguro y el segundo potencialmente peligroso. ¿Adónde vas?, ¿con quién estás yendo?, ¿a qué hora vuelves? Son preguntas que todo joven recibe de sus padres al salir, que suelen ser irritantes, pero tienen una buena intención. De hecho, un padre se siente más tranquilo si sus hijos están en el hogar, a la vista.
Nuestros padres nos han enseñado la diferencia entre estar en la casa y salir. El primero un lugar seguro y el segundo potencialmente peligroso. ¿Adónde vas?, ¿con quién estás yendo?, ¿a qué hora vuelves? Son preguntas que todo joven recibe de sus padres al salir, que suelen ser irritantes, pero tienen una buena intención. De hecho, un padre se siente más tranquilo si sus hijos están en el hogar, a la vista.
EMILIO MARTÍNEZ CARDONA
A Evo Morales le llevó varios días “desayunarse” la mala posición en que lo dejaba la resolución del incidente militar de la semana pasada, ya que su rival en la interna masista logró posicionarse en el núcleo duro partidario como el “defensor de la democracia” que “no huyó ante el golpe”, un contraste de donde el cocalero sale debilitado y con esperanzas casi nulas de reactivar su candidatura inconstitucional.
A Evo Morales le llevó varios días “desayunarse” la mala posición en que lo dejaba la resolución del incidente militar de la semana pasada, ya que su rival en la interna masista logró posicionarse en el núcleo duro partidario como el “defensor de la democracia” que “no huyó ante el golpe”, un contraste de donde el cocalero sale debilitado y con esperanzas casi nulas de reactivar su candidatura inconstitucional.
Bolivia no puede estar en un peor momento. A la inestabilidad económica y social debe sumarse, ahora, después de más de 40 años, una alarmante fragilidad democrática. Que un general despechado resuelva tomar la plaza Murillo para expresar su malestar personal, ante lo que considera una lealtad no correspondida del presidente, tiene más de tragedia que de comedia, aunque no carezca de lo último.
Bolivia no puede estar en un peor momento. A la inestabilidad económica y social debe sumarse, ahora, después de más de 40 años, una alarmante fragilidad democrática. Que un general despechado resuelva tomar la plaza Murillo para expresar su malestar personal, ante lo que considera una lealtad no correspondida del presidente, tiene más de tragedia que de comedia, aunque no carezca de lo último.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha dado a conocer los resultados del comercio exterior boliviano al primer cuatrimestre del 2024, con cifras poco auspiciosas, por cierto. Sin considerar las reexportaciones ni efectos personales -que no generan divisas- entre enero y abril, comparativamente a igual lapso del 2023, el país registró un déficit comercial por 531 millones de dólares, las exportaciones cayeron 977 millones y las importaciones, 512 millones de dólares.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha dado a conocer los resultados del comercio exterior boliviano al primer cuatrimestre del 2024, con cifras poco auspiciosas, por cierto. Sin considerar las reexportaciones ni efectos personales -que no generan divisas- entre enero y abril, comparativamente a igual lapso del 2023, el país registró un déficit comercial por 531 millones de dólares, las exportaciones cayeron 977 millones y las importaciones, 512 millones de dólares.
Actualmente en el rumor público se discute la enfermedad del estatismo en nuestra sociedad. Por ello considero importante indagar sobre este término y comprender conceptualmente nuestra compleja realidad. Es irracional atacar al Estado sólo porque está de moda y también atribuir al Estado todos los males sociales. Esto me mueve a reflexionar sobre una paradoja: ¿Cómo es posible anular el estatismo en nuestro país, si tenemos un Estado débil?
Actualmente en el rumor público se discute la enfermedad del estatismo en nuestra sociedad. Por ello considero importante indagar sobre este término y comprender conceptualmente nuestra compleja realidad. Es irracional atacar al Estado sólo porque está de moda y también atribuir al Estado todos los males sociales. Esto me mueve a reflexionar sobre una paradoja: ¿Cómo es posible anular el estatismo en nuestro país, si tenemos un Estado débil?
La vergüenza ajena es una expresión que no está presente en todos los idiomas. Se trata de un fenómeno poco estudiado aunque cada vez más se progresa en el estudio de este tema. No está muy claro aún por qué sentimos vergüenza ajena, el por qué nos afecta lo que hacen o dicen otros.
La vergüenza ajena es una expresión que no está presente en todos los idiomas. Se trata de un fenómeno poco estudiado aunque cada vez más se progresa en el estudio de este tema. No está muy claro aún por qué sentimos vergüenza ajena, el por qué nos afecta lo que hacen o dicen otros.
RÓGER CORTEZ HURTADO
Es notable cómo un gobierno atosigado de problemas, puede todavía derivar la atención y energía del país a disputar si la irregular movilización militar del 26 de junio fue digitada por las propias autoridades, o se originó en el descabellado plan de un puñado de oficiales guiados por una delirante mente maestra.
Es notable cómo un gobierno atosigado de problemas, puede todavía derivar la atención y energía del país a disputar si la irregular movilización militar del 26 de junio fue digitada por las propias autoridades, o se originó en el descabellado plan de un puñado de oficiales guiados por una delirante mente maestra.