Frente a la crisis de los dólares que estamos viviendo, mucha gente, con toda razón, pide a gritos soluciones. A inicios de la escasez de verdes, concretamente en marzo del 2023, hice una serie de propuestas en un artículo que denominé: “Consejos conejos para revolucionarios en flor”. Asimismo, en otras intervenciones en los medios de comunicación y redes sociales, presenté soluciones de corto mediano y largo plazo. También, cabe recordar, que junto a otros colegas hace varios años que alertamos sobre los problemas que ahora vive la economía boliviana.
La semana pasada, los empresarios y otros gremios han llevado propuestas para salir de la situación difícil que vivimos.
Hace casi un año preguntábamos: ¿Qué debe hacer el Gobierno para recuperar la normalidad en el mercado de las divisas y recuperar la credibilidad y confianza en la gestión de la política monetaria y cambiaria? ¿Cuántos millones de dólares necesitan para esto? ¿Cómo llegamos a fin de año sin el Jesús en la boca? ¿Qué hacemos con el déficit público, origen de los problemas?
Con frecuencia, se cuestiona a los opinadores que sólo critican y nunca proponen nada. Pues hoy volveremos a dar consejos conejos y sugerencias de políticas económicas desde una perspectiva de corto plazo. Así que guarden sus bríos libertarios aquellos que quieren, con razón, que el modelo cuelgue los cachos. Como sabemos, el agua ya llegó a la quijada y se sabe que viene Jason, el cuate enmascarado de la motosierra, y tiene la orden de cortar a la altura de la rodilla. Por lo tanto, de lo que se trata es de llegar a fin de año. ¿Se podría hacer una reforma estructural y al mismo tiempo capear el temporal actual? Claro que sí, pero los Chuquiago Boys están en otro viaje. Siguen pensando que su modelo económico es maravilloso y que está bajo ataque de enemigos eternos y también nuevos, como el hermano y compañero Evo.
Hecho el descargo de rigor, a casi 12 meses decíamos que en todo desafío complejo hay un primer paso a dar: Reconocer que tienes problemas. Buena parte del árbol del poder aún sigue la estrategia del avestruz: oculta la cabeza en la Pachamama. También hace un año, el líder indiscutible del proceso de cambio, Morales, ha dado su dictamen: “Sabe, hermano Lucho, no estamos tan bien económicamente”.
¿Bueno, qué más pueden hacer los Chuquiago Boys en el corto plazo? Papel y lápiz, hermanos y compañeros. Para los más modernitos, traigan el iPad.
Primero, consideraciones genéricas. La crisis es compleja y no hay una solución única o mágica. No existe una bala de plata; por lo tanto, se necesitan soluciones integrales. El problema no es solamente en el mercado de dólares. La escasez de washingtones se debe en gran medida al shock externo negativo en la balanza comercial y al déficit público. La economía boliviana enfrenta un problema de agotamiento del modelo. Está comprometida la solvencia y no es un mero problema de liquidez que desaparecerá en algunos meses. Finalmente, y no por eso menos importante, en estas consideraciones generales, estamos frente a un problema de orden político y económico. No se los puede separar.
Ahora sí, recapitulemos las propuestas hechas y hagamos otras:
a. Salgan de frente del espejo. El narcisismo económico no es bueno. Pedir ayuda no es malo.
b. Uno de los orígenes del problema de la escasez de dólares está el enorme déficit público que se tiene hace 11 años. Es hora de reducirlo. Corten gastos superfluos, como en propaganda, viajes y otros. Ya anunciaron unas medidas tímidas en esta dirección. Ese es el camino. Corten la grasa del sector público. Racionalicen la inversión pública y muestren la verdadera ejecución de esta. Hace tres años no pasa de 2.000 millones de dólares, y no como dice el presupuesto general del Estado de más de 4.000 millones de dólares. Aunque les duela su corazoncito ideológico, evalúen y cierren algunas empresas públicas deficitarias. Esto ayudará sólo a ahorrar algunos bolivianos, pero dará una buena señal a los mercados. Paren proyectos faraónicos para los cuales no tienen dinero. Por ejemplo, dejen de anunciar 150 nuevas empresas estatales. Por el lado de los ingresos, en el cortísimo plazo, reglamenten y cobren el 4,8% de impuestos a los cooperativistas mineros del oro. Dadas las relaciones incestuosas que tienen con el sector, esto es una cosquillita para los nuevos ricos de Bolivia, pero puede ser un salto cuántico en la perspectiva de los ingresos. Cuando uno está raspando la olla cada monedita cuenta. Corten los salarios fabulosos de algunos burócratas de las empresas estatales o de la gestora de pensiones de largo plazo. Ahí encontrarán otros puchitos. Esto no resuelve, pero ayuda a calmar expectativas. Todos haciendo el sacrificio. Propongan a la sociedad boliviana una reforma tributaria para que los nuevos ricos de Bolivia, a saber, cocaleros, grandes gremiales y cooperativistas mineros paguen un poco más de impuestos. Apóyense en la mayoría de la sociedad civil para que sus aliados se apiaden de Bolivia y ayuden al equilibrio fiscal. Propongan una diferenciación en el tema de los subsidios a los hidrocarburos. Estas subvenciones son ciegas y no es verdad que ayudan al pueblo boliviano. Eliminen los subsidios para los ricos, como los cooperativistas mineros del oro, en el caso del diésel, y los dueños de automóviles de alta gama, en el caso de la gasolina. Mantengan el subsidio para quienes realmente los necesitan, como el transporte público y la mayoría de la gente que tiene automóviles baratos.
Mano dura con el contrabando de gasolina y diésel y regularicen el tema de los autos chutos. Hay que agarrar el toro por las astas. Finalmente, y no por eso menos importante, proponga una ley a la Asamblea de responsabilidad fiscal, donde se establezcan techos al gasto y la inversión pública en todos los niveles del Gobierno. Coloquen límites al endeudamiento interno. No usen, sin medida ni clemencia, los recursos que ahora están en la Gestora pública de largo plazo de pensiones. Ah, no se olviden de que este conjunto de medidas algunas son muy específicas para resolver temas de corto plazo y otras, de señalización de expectativas. Se debe trabajar en ambos niveles.
c. Liberen las exportaciones completamente. Esta recomendación la está haciendo mucha gente incluyendo los empresarios. Mañana mismo, anuncien la derogación de todos los decretos y normativas que restringen el comercio boliviano.
d. Eliminen el impuesto a las transacciones financieras (ITF) y aumenten las tasas de interés en cuentas de divisas y así atraerán algo de dólares al sistema o evitarán que salgan los verdes. ¿Volverán miles de millones? No. Vivimos un tiempo donde “every penny counts”. Es decir, es un tiempo donde cada puchito cuenta.
f. Un consejo de comunicación. Centralicen los comentarios informaciones sobre el tema económico en el jefe del gabinete del área. Den un descanso a todos los viceministros, voceros oficiales y oficiosos, y de más monaguillos del proceso de cambio, que todo el día y noche, peregrinan en los medios de comunicación y las redes sociales confundiendo más a la gente. Transparenten toda la información del área económica. Lo peor es que les hagan pescotis. Por ejemplo, vuelvan a publicar semanalmente, como en el pasado, los datos de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia. Ayuden a calmar expectativas con transparencia.
Propongan un acuerdo nacional para que los temas económicos tengan prioridad en el tratamiento de la Asamblea Plurinacional. Apóyense en una sociedad cansada de la inoperancia de los políticos en el órgano legislativo. Así, tal vez, podrían aprobar los actuales créditos externos que están en la sala de espera y futuros préstamos que la economía boliviana sí necesitará. Para apaciguar el clima político, por el amor de Dios o Lenin, reconciliarse con su pareja tóxica. En el amor y en la política puede haber un reencuentro, digamos por los hijos, que somos todos nosotros. Apiádense de su país. Durmieron 15 años, algo de fuego y pragmatismo debe haber, pero que el objetivo de la reconciliación sea noble, a saber: la estabilización de la economía. Un viejo adagio dice que no hay que meter la cuchara en pelea de pareja. Tal vez esto es una reflexión inútil, pero me quedo con la conciencia tranquila por haber intentado hacerles reflexionar a los extortolitos. Dicen también que donde hubo amor y negocios cenizas quedan.
El viejo Keynes afirmaba que en el mediano y largo plazo todos estaremos muertos. Ojalá que se equivoque. Por supuesto, todas las sugerencias anteriores están en el marco de las cosas que este Gobierno puede hacer dadas sus restricciones ideológicas, la terquedad estructural y sus limitaciones políticas. La solución para los problemas actuales de la economía boliviana está en el cambio del modelo económico y en un nuevo proyecto de país. Pero esto habrá que verlo más adelante. Mientras tanto salvemos el chairo.
El autor es economista