La división del Movimiento al Socialismo (MAS) también tiene connotaciones de orden regional. Si bien, en los casi 14 años de hegemonía —por decirlo así, sin Gramsci—, hubo una cohesión interesante que permitió a Evo Morales ejercer tres mandatos continuos; hoy el MAS se parte también territorialmente.
Lo cierto es que, en esa división, tenemos a El Alto, como bastión del MAS renovador. Es la sede del MAS “arcista”. En la otra vereda está el trópico de Cochabamba, sede de las seis federaciones de productores cocaleros, el fortín inexpugnable de Morales.
Está claro que la división no tiene origen ideológico, más bien raíces en intereses, envidias, resentimientos y pasiones.
Podríamos afirmar que la división tiene inicio en la desafortunada decisión de Morales, cuando designa, como candidato a la presidencia por el MAS, para las elecciones del 2020, a Luis Arce Catacora, momento en que el Pacto de Unidad proponía a David Choquehuanca. Morales se decide por Arce, pues lo consideraba más fiel y leal, además de sumiso, pensando que detrás del trono, él gobernaría desde Chapare. Ahora, está claro que esas circunstancias no se hubieran producido si no habríamos tenido de por medio la terrible crisis del 2019 que derivó en la renuncia de Morales. Está claro, también, que la crisis de 2019 tiene origen en el incumplimiento a los resultados del 21F, el gran hito y el punto de inflexión.
Para contar con una mirada más completa de esta división, ahora territorial, es importante ver qué es lo que sucedió durante los 14 años de Morales. En todo ese periodo, la hegemonía del bloque cocalero chapareño fue muy marcada, de los dirigentes, de las distintas organizaciones que componen el Pacto de Unidad. Quienes se beneficiaron más del poder con escaños, ministerios, viceministerios, cargos diplomáticos y otros fueron los masistas del bloque chapareño. En el trópico cochabambino estaba el Super-Estado.
No sólo eso. También el trópico se benefició, en la época de bonanza, con enormes inversiones. Ahí tenemos la Planta de Urea, que demandó cerca de 1.000 millones de dólares. Tiene, como ninguna otra región, tres estadios. Quedó ahí, asimismo, toda esa formidable infraestructura que la Villa Sudamericana, por citar, entre otras muchas cosas más de gran significación.
El otro bloque del MAS, ahora con sede en El Alto, durante esos 14 años de hegemonía chapareña, no tuvo ninguna trascendencia. Ni en las decisiones políticas ni en la presencia en cargos en el aparato del Estado. Hay voces que indican que fueron más bien relegados.
También, en inversiones y grandes obras, fueron ignorados. No encuentro, salvo el Teleférico, ninguna inversión que se acerque a ésas de magnitud emplazadas en Chapare, pese a que las grandes luchas y conquistas políticas, como la guerra del gas, tuvieron lugar precisamente en El Alto. El gobierno de Morales nunca reconoció con “obras” esa gran entrega y lucha.
Todo esto, ciertamente, ha ido germinando un inevitable proceso de división que se “gatillea” —como dicen los politólogos— con la llegada a la presidencia de Luis Arce, producto de los resultados de las elecciones del 2020, con el 55% de la votación.
Con la llegada al poder del compañero “Lucho”, el bloque masista chapareño, contrariamente a lo que se esperaba, pierde hegemonía. Sucedió lo imprevisto, pues se calculó que, durante el gobierno de Lucho, el centro del poder iba a continuar en el trópico.
El gobierno de Arce Catacora más bien alejó de cargos públicos a todos los dirigentes del trópico.
En esa lucha, los centros neurálgicos de ambas regiones van cobrando importancia de primer orden. En Lauca Ñ, la sede de Morales en el trópico, se realizó el primer congreso —anulado— del MAS, donde se pretendió mantener hegemonía y liderazgo único. En contrapartida, el bloque “arcista” realiza el cabildo de El Alto, multitudinaria concentración con la presencia de funcionarios públicos y bases de las organizaciones sociales. En los festejos del MAS, por su 29 aniversario, nuevamente la región del trópico, esta vez Yapacaní, toma protagonismo.
Ahora, se prevé que, el evento más importante donde se definirá el futuro del partido y la propiedad de la sigla, se efectuará en El Alto. Asimismo, si la corriente “evista” cumple sus amenazas de convulsionar el país desde Chapare, El Alto, se convertirá en el cuartel general del ala “renovadora”.
En la disputa y en los conflictos que se avecinan, El Alto y el trópico, coparan la agenda política.