En solamente tres días, el ejército boliviano cumplió la orden del presidente Luis Arce de militarizar todas las fronteras, unos 7.000 kilómetros, para evitar la salida de alimentos.
Ya quisiera Vladímir Putin tener un ejército con tan rápidos reflejos para desplazarse, aunque en su caso sería para frenar a los atrevidos ucranios que han invadido territorio ruso.
Esperemos que los vecinos no queden alarmados ante semejante demostración de capacidad logística del ejército boliviano, una alarma parecida a la sorpresa que tienen con la selección de fútbol.
Hay que admitir que eso de cubrir 7.000 kilómetros en 72 horas es una hazaña, salvo que haya sido una exageración de Luis Amílcar Velásquez, viceministro de lucha contra el contrabando.
Lo que sí se sabía del ejército boliviano era que se desplazaba muy rápido cuando había que derrocar a un gobierno durante la época de los golpes, época de tan triste memoria.
Esperemos que la OTAN no haya reparado en estas noticias, y que las observe con preocupación, dado que Bolivia, en el gobierno del MAS, es aliado de Irán, Rusia y China, ahora formando parte de un eje antioccidental.
Sin llegar a esos alcances intercontinentales, había que haberles avisado a los comandantes que deben tener cuidado con las fronteras, ahora copadas totalmente por el narcotráfico.
Ese es el contrabando de salida, es decir “inverso”, como llama el gobierno al comercio ilegal de exportación, para diferenciarlo del tradicional, del normal, el de importación.
Lo que lleva a una cuestión de equidad, porque Bolivia tiene la costumbre de consumir normalmente productos de los países vecinos, lo que ayuda a mantener bajos algunos precios y no tendría que molestarse de que, por un momento fugaz, el comercio tenga el sentido contrario.
El economista Jaime Dunn ha llegado a proponer, en serio, que Bolivia prescinda de su aduana, o que la dinamite, como quiere hacer Javier Milei con el banco central argentino.
Porque, según mi amigo Dunn, la aduana sólo encarece los productos de importación cuando sus funcionarios usan el método masista de la extorsión para permitir el ingreso de la mercadería.
En suma, Bolivia no tendría que molestarse porque en este momento, un momento muy raro, los productos bolivianos estén saliendo de contrabando a los países vecinos, países que normalmente nos ofrecen sus excedentes de manera amigable.
Eso sí, los militares deben tener mucho cuidado porque son lugares que ellos no frecuentan, o donde ellos tienen orden de dejar pasar, de salida, sólo algunos productos, y quizá les parezca raro que ahora deban impedir la salida de otros productos.
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