El boliviano Roly Mamani, de 34 años, construyó el “primer” museo de robótica en Bolivia, en donde personalmente explica el desarrollo de la tecnología a niños y adolescentes, mientras tanto sueña con crear un “centro de desarrollo biónico”.
La casa de Roly en Achocalla, un municipio a 15 kilómetros de La Paz, en donde también se dedican a la agricultura y el turismo, es al mismo tiempo su área de trabajo y un salón de exposición de sus creaciones.
Junto a él trabajan su hermano Juan Carlos, encargado de las valoraciones médicas, y Oriana Rojas, una joven que trabaja en la programación y ensamblaje de las prótesis, a los que se suman practicantes y voluntarios.
Este emprendedor dijo a EFE que en las dos salas del museo hay alrededor de un centenar de robots, entre “creaciones, colecciones y robots de vanguardia”, pequeños y con dimensiones humanas.
El último en llegar fue Senku, un robot-perro fabricado el año pasado en China con tecnología Uninter, apto para tareas de rescate, y que Roly compró para “investigar” y obtener “avances” propios.
EL MUSEO
En el museo de Robotics Creators Bolivia, el emprendimiento que encabeza Roly, se exhiben modelos de robótica competitiva o lucha, además de animatrónicos, inspirados en personajes de ficción como Iron-man, Chappie o Wall-e o T-800 de la película Terminator.
Sin embargo, las creaciones que Roly más nombra son las prótesis robóticas para personas, entre estéticas, mecánicas y robotizadas.
En base a esos prototipos, el creador organizó distintos recorridos para transmitir su “pasión” a los visitantes, según sus edades e intereses.
Con los niños, “tengo que ser un payasito para estimular su curiosidad (...) con los adolescentes es más duro” porque están entre los que creen que “saben todo” y los que tienen “sed de aprender”, dijo.
En tiempo de vacaciones, el museo ha estado abierto a las “visitas familiares, de amigos o particulares” y cuando comience el año escolar se asignará turnos para las visitas, explicó.
En sus exhibiciones muestra a Pleo, un dinosaurio que en base a inteligencia artificial responde a su nombre y a las caricias. También a Rex, un carnívoro agresivo y que muestra sus instintos de depredador, o Mecanoid, que es capaz de interactuar con las personas con conversaciones y acciones simples.
DESARROLLO BIÓNICO
En estos años, Roly trabajó en atender pacientes que buscan las prótesis robóticas, mayormente son personas de pocos recursos que han sufrido amputaciones por accidentes en trabajos de alto riesgo o con enfermedades congénitas.
Muchos llegan de distintas partes de Bolivia, incluso de Argentina, Chile, Perú o Venezuela, contó.
“Nuestra visión es ser un centro tecnológico de desarrollo biónico en su totalidad, para ayudar a personas con prótesis de miembros superiores e inferior y exoesqueletos, o con problemas de movilidad”, indicó.
Roly imparte la idea da una “transición” y una “perspectiva diferente”, para que los amantes de la robótica pasen de la elaboración de prototipos a la aplicación de la tecnología “para un bien común”.
Parte de esos logros se exhibe en una de las paredes del museo, con fotografías de personas que aprendieron a manejar su extremidad robotizada, hasta mascotas que sufrieron algún accidente y ahora utilizan una prótesis.
“Hay gente que llega muy agradecida, cuando se le pone la prótesis. Cuando son niños se asombran, se ven al espejo y su sonrisa es muy hermosa”, dijo EFE Oriana Rojas, quien aún estudia la carrera de electrónica con la especialidad en electromedicina.
Por su parte, Roly mencionó que esto “solamente es el comienzo”, ya que todavía queda por mejorar la “calidad” de los atractivos del museo, pues quiera que sea “de los mejores” en Latinoamérica.
Mientras que ahora sueña con que su proyecto sea “autosostenible” y que más adelante se pueda “transmitir el conocimiento” acumulado.