La lectura y la escritura son competencias básicas para comunicar, aprender y lograr el desarrollo personal. La escritura como proceso de transcripción del pensamiento a través de símbolos, es una destreza que requiere un adecuado desarrollo y una cuidadosa habilidad para plasmar lo que se quiere decir, pero particularmente para que se entienda lo que se dice tal como se está pensando; es un proceso de ordenamiento sistemático de ideas, un acto de creación plasmado en un papel, al igual que un compositor plasma en una escala musical las melodías y ritmos que imagina en su mente.
Paralelamente, la lectura, como proceso para comprender el significado de los símbolos escritos, permite salir del mundo interior personal para acceder al pensamiento, mensaje o información de otra persona; permite saborear lo que otros transmiten y volver al mundo interior para reflexionar, asimilar o desechar lo leído, lo que exige que la lectura sea reflexiva y crítica. Es la cortina que se abre para conocer otros mundos y otras posibilidades de vida, existentes o fantasiosas, e interactuar desde la percepción personal.
Ambas destrezas desarrolladas y consolidadas en los primeros años de la educación primaria no pueden quedar exiliadas en el aula, sino que deben estar en relación con la sociedad en su conjunto.
Esas reflexiones, tan válidas ahora, lo eran también en momentos en que se promovía y planificaba la primera feria internacional del libro que, más de un cuarto de siglo después sigue vigente.
Corría el año 1996 y se aplicaba en Bolivia una de las reformas educativas más profundas (Ley 1565). A diferencia de muchas otras reformas, ésta era de carácter integral, orientada a la calidad educativa: cambió el paradigma educativo pasando de la concepción conductista a la de construcción de los aprendizajes, modificó el currículo, dotó de materiales, equipos y bibliotecas a las escuelas, cambió la configuración del aula, formó a los asesores pedagógicos, cambió la gestión y concepción de la formación docente y se desarrollaron varios programas de apoyo. Además, avanzó en la descentralización administrativa de la educación, institucionalizó a los directores nacionales y departamentales de educación y profundizó la participación de los padres de familia en aspectos de la gestión escolar.
En el marco de esa reforma educativa integral se desarrolló el “Plan Bolivia lee y escribe” que arrancó el 18 de junio de 1996 con varios componentes:
- El Programa de lectura sostenida y silenciosa, buscaba desarrollar en los estudiantes el gusto por la lectura. Al inicio de clases se disponía de 15 minutos de lectura libre, de aquello que más le agrade leer (libro, periódico, revista, etc).
- Seminario nacional e internacional sobre la lectura, como instancia académica preocupada por la reflexión, investigación y promoción de la lectura, se realizó el Primer Congreso Nacional de Lectura y Escritura Creativa, en noviembre de 1996.
- Promoción de la producción de textos escritos, a fin de apoyar la producción nacional de literatura infantil incentivando los periódicos murales, la prensa y el correo escolar. Se convocó a un concurso nacional de cuento infantil para incluir obras de autores nacionales y se distribuyeron dos millones de libros de autores nacionales y cerca de seis millones de libros de autores diferentes.
- Las Jornadas nacionales de lectura para movilizar la sociedad en torno a la lectura. Se realizaron dos jornadas (28 de julio y 27 de octubre de 1996) con la participación de autoridades, maestros, estudiantes y padres de familia, en plazas y colegios de casi todas las ciudades del país.
En ese contexto, particularmente en las jornadas nacionales de lectura, se gestó la Primera Feria Internacional del Libro, promovida por la Secretaria Nacional de Educación y coordinada operativamente por la Cámara Nacional del Libro, que se realizó del 8 al 17 de noviembre de 1996 en el Círculo Aeronáutico de La Paz y fue inaugurada por el profesor Juan Carlos Pimentel, secretario nacional de Educación, oportunidad en la que además de la exposición y venta de libros, se realizó el Primer Seminario Regional sobre derechos de autor, mesas de debate sobre la reforma educativa, simposio sobre literatura boliviana, debate sobre la ley del libro, y varias actividades lúdicas, artísticas y concursos literarios.
Es una satisfacción que ese nuestro aporte a la cultura continúe cada vez más y mejor, pero es una pena que se haya perdido el carácter integral de su relación con la actividad pedagógica-escolar y su articulación con la sociedad.
Los Tiempos y la plataforma UNO promueven el debate, pero no comparten necesariamente los puntos de vista del autor.