El caudillo fugado vuelve a bloquear el país. Reedita así la estrategia que tan bien le resultó hace 20 años, demostrando que la persistencia en el error es una característica inherente de los locos y de los idiotas.
En esta ocasión, sin embargo, sospecho que no le irá tan bien como a principios de los 2000. Verán, Morales ha perdido el apoyo incondicional de cierta clase intelectual, enamorada del caudillo en su momento y que hoy prefiere olvidar esa vergonzosa adoración.
Recordemos a todos aquellos, entre artistas, académicos y periodistas, que justificaron los métodos chapareños y que, enajenados por sus delirios ideológicos, creyeron que el MAS podía ser una solución. Defendieron a Morales, pasaron por alto sus crímenes e incluso le escribieron declaraciones de amor. Cómplices del masismo, contribuyeron al desastre actual.
Hoy, cuando estos aliados se dicen decepcionados por el monstruo que ayudaron a crear, su colaboración ha desaparecido, así como su energía y relevancia. No creo que sean más sabios o más inteligentes, pero al menos abandonaron a su antiguo protegido.
Sin su apoyo, es poco probable que Morales logre retornar al poder. Hará mucho daño, previsiblemente, pero dudo que vuelva a tener una chance de gobernar este país.
¿Cuándo nos libraremos del caballero? Me temo que falta mucho todavía. El buen hombre ha demostrado ser tan pertinaz como ciertas enfermedades parasitarias.
En cualquier caso, ya es un buen signo que todos los intelectuales que lo encumbraron, para eterna deshonra, guarden hoy un profundo silencio. Por fin hacen algo por su país, malditos izquierdistas.