Luis Miguel, el Sol de México, el afamado cantante de origen portorriqueño, dejó frustrados a miles de fanáticos bolivianos que contaban las horas para disfrutar su show. Estaban listos para ver, escuchar y corear sus mejores canciones —baladas, boleros y verdaderos hits del pop de los 90—, muchos pensando en que tal vez sería la última oportunidad de ver al artista que vive una larga despedida de su público en el continente.
Un comunicado oficial da cuenta de la cancelación del concierto del intérprete de La incondicional, el 28 de marzo en Santa Cruz, plaza principal de eventos y recitales de cantantes y bandas extranjeras —La Paz es sólo para Los auténticos decadentes—, no menciona razones concretas de la decisión y hace énfasis en la devolución de lo invertido en la adquisición de entradas a cerca de 10.000 personas que ya las habían adquirido vía on line o en efectivo.
Luego se conocieron detalles de los peligros para el espectáculo. Treinta y seis camiones cargados de equipos, entre ellos 800 metros cuadrados de pantallas LED, podrían quedar varados en cualquier punto del país por nuevos bloqueos anunciado por el evismo. No se garantizaba el diésel para abastecer al convoy entre Chile y la capital cruceña, ni viceversa, porque en Bolivia un día existe el carburante, y otro día no.
Además, mover al menos cuatro millones de dólares a cuentas del exterior para pagar al divo de la sonrisa atrapante —aunque el monto puede ser mayor— a través del sistema financiero nacional en la actualidad es toda una odisea porque no hay dólares y las comisiones bancarias son letales para cualquier actividad privada.
El viceministro de Defensa del Consumidor, Jorge Silva, además de garantizar que el dinero de las entradas volverá a quienes lo pagaron por asistir al concierto, ahora cancelado, aprovechó para echarle la culpa a los bloqueadores del evismo. Mencionó el bloqueo de los 16 días como la señal más preocupante para que el equipo de avanzada del famoso cantante le haya bajado el pulgar al país.
Morales es un desconsiderado con el desarrollo económico nacional y eso todas las áreas, incluida la de los espectáculos que dinamizan la economía, sobre todo cruceña, con activación del turismo, mayor demanda hotelera, más viajes aéreos y terrestres, aumento en el consumo en los restaurantes —parámetro que el encanta al Ministro de Economía y Finanzas—, transporte urbano y otros rubros.
Sin embargo, la lectura de Jorge Silva es parcial e interesada; por tanto, deshonesta y mentirosa. Siendo una autoridad nacional, le corresponde ver todas las aristas de este tema que muestra a Bolivia como un país inviable, que no sólo se refleja en la conflictividad en las carreteras que, dicho sea de paso, no solo corren el riesgo de ser bloqueadas por militantes del evismo, sino también por huestes del arcismo —el bloqueo en Yapacaní con promontorios de tierra vaciados por volquetas municipales después de la movilización de los 16 días es un claro ejemplo.
¿Acaso no dieron la vuelta al mundo las imágenes de los ataques de furibundas diputadas y funcionarios del gobierno de Luis Arce en contra de legisladores opositores en la Cámara de Diputados con golpes, secuestros y asedios, pero también toma de testera y agresiones físicas de parlamentarias opositoras? Parece que el viceministro Silva ve la realidad tapándose uno de los ojos.
Tampoco debe creer que la calificación de Fitch Ratings de CCC para Bolivia por la falta de dólares, la caída de reservas internacionales, el desabastecimiento de carburantes y el peligro de una estanflación, entre otros factores, también pueden haber pesado en la evaluación de Luis Miguel y su entorno, un artista que ya tuvo dolores de cabeza en el país hace varios años.
Bolivia, con Santa Cruz encabezando el esfuerzo, dificultosamente se mantiene en el circuito internacional de los megaespectáculos, sin conocer el verdadero nivel de riesgo que toman los empresarios que apuestan por los grandes conciertos, pagando impuestos, haciendo compañas de comunicación y generando mayores oportunidades económica para muchos. ¿Alguien pensó que pasará con las pérdidas para quienes realizaron ese tipo de inversiones?
La decisión del dueño de miles de corazones entre los 80 y 90 puede generar un efecto dominó y dejarnos lejos de los grandes recitales por razones de inestabilidad política y crisis económica, principalmente. En eso y otros ámbitos, Morales y Arce no pueden ni siquiera intentar cantar algo que suene a justificación. Los dos están mostrando al mundo que su pugna tóxica está dejando un país inviable, al borde del abismo. Que quede anotado.